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Un bolo cayó en un pozo

El Sin Casa se llena de júbilo por todo o por casi todo, y no se sabe si es un chip que tiene instalado, si se lo ordenan remotamente, o si vino así de fábrica, entrenado para menear la colita como los perros de Pavlov

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Miguel el Risible no ha retrocedido ni un centímetro.
Ilustración: Tejuca/ADN Cuba | Miguel el Risible no ha retrocedido ni un centímetro.

Actualizado: May 17, 2023 11:14am

El Puesto a Dedo, conmovido por la sensibilidad rusa, ahora dice jarachó cuando quiere decir que Cuba va bien, ha comenzado a comer solamente arenques ahumados y estudia convertir a la Machi en una matrioshka, con muchas Machis en su interior (de hecho, ella parece haberse tragado a las otras).

Es hasta cómico que un hombre sin casi sensibilidad, a pesar de que ame el amor y odie el odio, capaz también de dar la orden para que el pueblo descalabre al pueblo, elogie “la enorme sensibilidad rusa hacia los problemas de Cuba”. Esa “sensibilidad rusa” se nota a la legua cuando se ven las ciudades ucranianas destrozadas, sus habitantes muertos y la cara de Vladímir Putin, que parece jugar póker, aunque le ardan las hemorroides.

Pero el Ñato se alegra como jovencita de pueblo cuando se acercan sus quince. El Sin Casa se llena de júbilo por todo o por casi todo, y no se sabe si es un chip que tiene instalado, si se lo ordenan remotamente, o si vino así de fábrica, entrenado para menear la colita como los perros de Pavlov. Aclaro para la gente de su equipo y para el propio Díaz-Canel que cuando hablo de Pavlov me refiero al fisiólogo ruso, y no a Pavlov Milanés.

El que finge como presidente de la isla, otrora república, no es reacio a los halagos, aunque sean en ruso. Es más, le encanta el alfabeto eslavo, aunque él sea casi analfabeto y poco eslavo. Es más bien el “eslavón” perdido. Y le gusta tanto contraer compromisos que el día menos pensado se quedará así, contraído.

Ahora se sabe que regresan los que fueron soviéticos, montados en sus tanques, en camiones polvorientos o en ladas cada vez más pequeños, que la gente llama “ladillas”. Habrá apoyo moscovita, no pollo de Moscú. Y con la ayuda apoyadora de Rusia y la resistencia creativa de los cubanos, la comida dejará de ser un problema. El problema será cómo comérsela.

Si en aquel período especial que no tuvo fin, ni cierre elegante, el Delirante en Jefe estimuló la imaginación de la industria alimenticia con nombres como “pasta de oca”, que era una síntesis de algo convertido en pasta, o de “perro sin tripa”, que tampoco era muy canino que supiéramos, ahora el mercado será inundado por sopas del Cáucaso y salianskituinidad, que es la tradicional salianka mezclada con continuidad cubana.

El río Almendares pudiera convertirse en el Vodka, en homenaje al Volga, de donde se sacarán continuamente cubanos ebrios de gozo que quisieron ahogar allí sus penas. La ANAP tendrá la orientación de llamar a las planicies “estepas” y a las montañas “esteponas”. Y a todos los organismos del estado cubano, aunque sean represivos, habría que decirles “dorogoi” o sea “queridos”. Un ejemplo: el dorogoi policía, el dorogoi esbirro, el dorogoi agente, el dorogoi cayuco jefe del sector o cayucoi mayor.

Han comenzado a dejarse caer por La Habana personajes y personajillos de la corte putinesca. Un asesor que dice saber cómo sacar a Cuba del agujero negro. El asesor directo de Putin para la economía. Funcionarios de diverso estalaje y pelaje, que llegan o pasan rasantes por la promesa cubana de abrir las piernas isleñas a la inversión del Kremlin. Y la visita incluso de Viacheslav Volodin, presidente de la Duma Estatal (Cámara baja) de Rusia, menos baja que la cámara baja de Cuba, llamada también “asamblea nacional”. Es probable que a este último alguien lo haya confundido, y al escuchar “duma” haya pensado que era la “yuma”.

Cuba ha reaccionado con cariño a ese repello bolianski y se ha dejado acariciar las mejillas y el pelo, bailar pegadito y hasta respirar el aliento encebollado del lago Baikal. No es permitido llorar porque ya se sabe que Moscú no cree en lágrimas, y menos en lágrimas de cocodrilo, que son las que salen de los picarones ojos de los jerarcas cubanos, que olfatean el peligro, ven caos y sueñan con una salida, si no elegante, por lo menos urgente y turgente.

Y ahora repiten y ponen camaradones, y vuelven a acercarse los abedules y las ceibas. Los rusos de Rusia rozan la isla llenos de amor, como en una razia, viendo que los cubanos no seremos muy listos, pero poseen una envidiable insistencia en continuar cavando en el fango donde nos metió uno de sus compatriotas, un iluminado que sigue existiendo lleno de formol en la Plaza Roja. Eso demuestra, además de un cerebelo con las células grises afectadas, una vocación inclaudicable por el fracaso y una atracción inexplicable por el dolor.

Los cubanos han querido ser recíprocos en el cariño y han ofrecido a los hombres de Putin a Marino Murillo, para que implante allí el ordenamiento, pero han rechazado amablemente la oferta porque no quieren poner en peligro los Urales o que se oscurezca más el mar Negro. Ya habrá tiempo de despetroncarse juntos, uncidos a la misma yunta antes de que los chinos prueben suerte.

El Puesto a Dedo tiene tanta ilusión con este acercamiento moscovita que está dispuesto a enviar a una delegación de babalawos de Guanabacoa a adquirir experiencias junto al Patriarca Kirill (que es Cirilo en su lengua, Cirilo con su tres) en la iglesia ortodoxa rusa. Vladímir Putin no olvida el valeroso gesto de Díaz-Canel apoyándolo “en su enfrentamiento con Occidente al visitar Rusia en diciembre de 2022, tras lo que también condenó la orden de arresto emitida contra el jefe del Kremlin por la Corte Penal Internacional, a causa de los crímenes de guerra cometidos por Moscú en Ucrania”.

Miguel el Risible no ha retrocedido ni un centímetro en su viril postura, y sigue gritando a los cuatro vientos lo que gritó entonces: que si quieren encarcelar a Putin, también tienen que meterlo preso a él. Ha sido uno de los momentos de mayor esperanza del pueblo cubano que no ve la hora de quitarse a este papanatas de encima. Díaz-Canel ha acusado al criminal bloqueo norteamericano por no haberlo dejado aprender a hablar inglés ni ruso, y añora una lluvia de compotas sobre el cielo de Cuba, aunque nadie las pueda abrir, como pasaba antes.

Por eso han visitado la isla en fechas recientes el “ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov; al secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Nikolái Pátrushev, al presidente del Consejo de Negocios Cuba-Rusia, Boris Titov, y al director ejecutivo de la petrolera Rosneft, Igor Sechin” y el mejor ranqueado y más prometedor: Viacheslav Volodin, un bolo como Dios manda, que ha prometido enviar algunos cientos de compatriotas suyos para que los cubanos los siembren en Alamar a ver si dan melocotones.

Pero ojo con este romance. La dictadura olvida aquel viejo refrán que algunos achacan al gran Lev Tolstoi: “Siembra un ruso y obtendrás diez ucranianos”. No creo que Putin y Miguelito el Puesto a Dedo quieran arriesgarse de esa manera.