Opinión
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Lo cierto, lo doloroso, lo dolorosamente cierto, es que en Cuba, desde que llegó Fidel Castro, la esperanza de vida se ha alargado, si vives lejos de la isla.
Es posible que Miguel, en su ilusión infantil (cree que es presidente del país), sienta que vestirse de verde es parecerse a las palmas, a las plantas de tabaco, a los mangos y aguacates (logra el mismo efecto que un aguacate), a las frescas lechugas o a los cafetos.
Cuba se botó pal monte de Lidia Cabrera, a ver si los orishas pueden detener el derrumbe o, al menos, aliviar la catástrofe
Lo decían con insistencia en todos los medios antes de 1959: “Conozca a Cuba primero y al extranjero después”. Pero luego todo cambió.
¿Qué otra motivación podría llevarla a rebajarse desde la realeza californiana al nivel de la chusma holguinera, sino una empecinada lealtad de pionera?
Muchos le han cantado a La Habana. Cantos hermosos que hoy parecen una burla, o que son de ciencia ficción. Hasta los ingleses la desearon y no sería extraño encontrar un día alguna balada habanera en una taberna de Yorkshire.
Oscar y Rafael, dos huracanes, hicieron mucho daño recientemente en Cuba. Y luego, un terremoto sin nombre castigó una amplia zona en el oriente del país.
Luego de 1994, la población de la isla dio un bajón considerable; hasta se habló de eliminar la libreta de racionamiento, no solo porque no había papel, sino porque casi no quedaba gente racional por racionar.