La elección de Joe Biden como presidente de Estados Unidos dio cierta esperanza a algunos sectores del régimen cubano de volver a la mesa de negociaciones, y reanudar el diálogo entre la dictadura y una administración demócrata, como en el segundo mandato de Obama.
Sin embargo, seguramente el castrismo no renunciaría a pedir el levantamiento del embargo económico y el regreso de la base militar norteamericana en Guantánamo, lo que complicaría cualquier intento de entendimiento, opinaron Andy Gómez (profesor) y Paul Hare (ex diplomático), en un artículo del diario Orlando Sentinel.
Para ambos expertos, “el objetivo principal del liderazgo anticuado de Cuba es tratar de preservar el control político a cualquier precio”.
Los dirigentes más jóvenes que la “generación histórica” del castrismo tienen poco margen para promover, si quisieran, nuevas políticas, mientras el pueblo cubano y su economía siguen sufriendo como resultado de la asfixia de los controles gubernamentales.
“Pero Cuba no es una prioridad en la agenda de Biden”, aseguran los especialistas citados.
“Las primeras tareas a las que se enfrenta la administración Biden serán tratar con el coronavirus, reparar la economía” y crear consenso en los estadounidenses luego de la polarización durante la presidencia de Trump y una elección muy disputada.
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Según lo publicado en Orlando Sentinel, la isla caribeña no entrará en el radar de Biden a menos que la dictadura “le presente mensajes a D.C. que están interesados en hacer avanzar la relación. Cuba necesita dar el primer paso o sólo tendrán que esperar en la fila”.
Pero para eso, “tendrán que cambiar sus tácticas de culpar a Estados Unidos por todo lo que está mal con Cuba”, algo que no hizo el régimen ni en los años de idilio con Barack Obama.
“Recientemente, el gobierno cubano culpó a Estados Unidos por el malestar social liderado por jóvenes intelectuales y artistas que exigían más libertades”, señalaron los expertos.
A pesar de la justificación del embargo, una de las soluciones para reparar la economía cubana es la inversión extranjera particularmente de los Estados Unidos. “Sin embargo, los riesgos siguen siendo mayores que las oportunidades para la mayoría de las empresas y empresarios estadounidenses cuando el gobierno cubano quiere controlar el 51 por ciento de todas las operaciones”, criticaron en la columna de opinión del Orlando Sentinel.
Según los expertos, lo que puede esperar de Biden la dictadura, a lo sumo, sería una reapertura de la Embajada en La Habana, reanudación de vuelos entre ambos países cuando se controle la pandemia, permisibilidad de más remesas, y continuar admitiendo que Cuba compre alimentos y medicinas de los Estados Unidos, algo que no cesó ni bajo la administración de Donald Trump, a pesar de lo que dice la propaganda castrista.