La revista del Museo de Arte Contemporáneo de Nueva York publicó un artículo donde reseña la muerte del joven negro cubano Hansel Hernández a manos de un policía y el alud de críticas que provocó en la esfera pública cubana.
El articulista, Coco Fusco, recordó que “el racismo es un tema muy sensible en Cuba” y “la posición del gobierno es que el racismo no existe, por lo que no hay instituciones que aborden su existencia”.
Un dato interesante, ya que el autor conoce sobre los pormenores del arte cubano, es su visión sobre cierta corriente preponderante dentro del análisis de lo "afro" en Cuba. Fusco señala que muchos se han concentrado en el estudio de las tradiciones culturales de la población negra, los orígenes de las raíces africanas de la cultura, pero poco en el racismo estructural.
Esto podría sugerir cierta posición acomodaticia frente a un poder que no tolera ser señalado como racista, es decir, que se lo mencione como sombrilla bajo la cual se ampara una forma de discriminación muy antigua en Cuba y que la Revolución de 1959 no destruyó, sino que asimiló a su manera.
Pero ahora, “las coaliciones entre activistas y artistas de varios campos culturales se están desarrollando a partir de un sentido compartido de justicia. A pesar de que la policía acosa con frecuencia a quienes participan en sus eventos, el INSTAR de Bruguera progresa con sus programas, que dan un foro a periodistas, poetas, abogados y artistas. El Movimiento de San Isidro continúa organizando exposiciones y eventos en las casas de sus miembros”.
“Revistas independientes digitales como El Estornudo, Rialta e Hypermedia sacan decenas de observaciones y comentarios sobre la cultura y la política; y las graves deficiencias y excesos del estado cubano”, agregó.
La muerte de Hernández provocó gran indignación en un ambiente de ánimos caldeados por el movimiento Black Lives Matter, algo que también tiene muy en cuenta el artículo de MoMa.
Una marcha de protesta convocada para el 30 de junio fue desbaratada por el régimen con arrestos preventivos, lo que echó más leña al fuego. Antes de las 11:00 a.m. de ese día, otros 45 artistas, periodistas independientes y activistas de todo el país habían sido detenidos, y 85 cubanos más fueron puestos bajo arresto domiciliario para evitar que asistieran o informaran sobre la protesta.