Habla una víctima de Cuatro Caminos: “En otras circunstancias me hubiera reído”

Un ciudadano que asistió por pura curiosidad a la apertura del Mercado Cuatro Caminos en La Habana, relata su experiencia durante los disturbios que condujeron al cierre de la instalación
Disturbios durante la apertura del Mercado Cuatro Caminos en La Habana. /Foto: Captura de Video. Facebook
 

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Montoya es natural de Buena Vista, en La Habana. No tenía pensado el 16 de noviembre asistir a la inauguración del Mercado Cuatro Caminos, y según cuenta, terminó adentro y lesionado, producto a la estampida de la multitud.

“Yo estaba de visita en el barrio Tallapiedra [en La Habana Vieja], en casa de mi prima, que es muy cerca de Cuatro Caminos. Fue ella la que me contó que por los 500 años de la fundación de La Habana, reabrirían el mercado ese día y sentí curiosidad”...

Fuera del mercado, esperaba una muchedumbre enardecida. Montoya nunca tuvo la intención de entrar, porque no tenía dinero “ni para un chicle”, pero el lujo del establecimiento lo tentó. Quiso saber qué ofertaban y comparar los precios con los de las otras tiendas.

“Pero aquello estaba endiablado y no se veía nada, así que con disimulo fui avanzando entre la gente, pasito a pasito, hasta que estuve cerca de la puerta”.

 

 

Con tantos policías y agentes de civil custodiando la entrada, Montoya jamás creyó que fuera a ocurrir algún problema, pero la gente comenzó a molestarse cuando llegó la hora prevista y no abrieron el establecimiento. Ahí fue donde se perdió la cola, porque cuando por fin levantaron la puerta plegable, ya no había orden ni control.

“De momento me vi arrastrado por una multitud terrible. Llovían los golpes, los codazos. Había carteristas trabajando duro en la ‘molotera’ y yo sentía cómo las manos entraban y salían en mis bolsillos pero no me importaba eso, yo no tenía dinero, mi preocupación era no caer al piso, porque podían aplastarme. Pero mi esfuerzo fue inútil, terminé pisoteado por la gente”.

Cuando pudo levantarse, adolorido y mareado, Montoya se vio dentro de una tienda lujosa que parecía de otro país.

“Pero la gente estaba enloquecida, cogían los productos con desespero, se los arrebataban de las manos. Un hombre subió a una estiba y como un jugador de béisbol comenzó a lanzarle latas de carne a otro que parecía su compinche. Una lata me rozó la cabeza, casi me mata. Más adelante habían virado una estiba de latas de pintura y la gente patinaba como en una pista de hielo. En otras circunstancias me hubiera reído”, recuerda Montoya.

 

 

“Pero el dolor del codo era espantoso y apenas podía moverlo, intenté salir como pude y resbalé con la pintura y caí con estruendo. No sé cómo llegué hasta la puerta. Vi que afuera la policía estaba deteniendo a la gente, simulé ser un mendigo rengo y me fui en otra dirección”, relató.

Ahora, en la tranquilidad de su hogar y con fomentos fríos en el codo para bajar la hinchazón, Montoya reniega de la gente: “no merecen una tienda así”.

“Con el esfuerzo con que se construyó aquello, lo desbarataron en unos minutos. Mi opinión es que deben abrir 50 tiendas iguales a esa, para que la gente se comporte como personas normales. En Cuba se perdió la decencia, lo que hay es hambre colectiva. Mucha gente fue al mercado aquel a comprar productos para revender, otras a robar, muchos por el simple vicio de hacer colas, pero lo mío fue curiosidad y siento vergüenza.

“Además de a mi familia, no le he contado a nadie la verdadera causa de mis lesiones, porque si lo cuento me quedaré con el mote de la ‘víctima del mercado de Cuatro Caminos’ y total, por gusto, porque no tenía dinero ni para comprarme un chicle”.

 

 

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