Conocí a Katherine Bisquet en la azotea de la vivienda donde reside actualmente, la última de las casas por donde ha dado tumbos, desalojada y obligada a migrar como un caracol al que echan un jarro de agua fría. La Seguridad del Estado es la mano que arroja el jarro, da látigo y veneno.
A cada tanto, Katherine Bisquet tiene que echarse su casa a cuestas, desprenderse de todas las cosas materiales y aprender a vivir de/con su escritura que es, al final, su salvación.
Tiene publicado el libro de poesía Algo aquí se descompone (Colección Sur Editores, 2014) y Ciudad Nuclear mon amour (Ediciones Sinsentido, 2020), fue organizadora y curadora de la #00 Bienal de La Habana (2018) y estuvo entre los acuartelados y huelguistas de San Isidro. Es poeta, cronista y crítica, pero sobre todo amiga, de esas que son capaces de defenderte a diente limpio de las injusticias de la tierra.
Entre la vigilancia del Estado y los maullidos de Musa, Katherine me habla sobre su trabajo y su sobrevivir en La Habana pandémica y violenta del 2021.
– Recientemente ganaste la primera convocatoria de la Beca Antonia Eiriz, auspiciada por el Instituto de Artivismo "Hannah Arendt", que financiará el proyecto de libro Los Mojados. ¿Qué aborda este texto?
Los mojados recogerá 12 crónicas que corresponden a 12 personas que se reconocen por vivir desplazados y marginados de la norma política oficial cubana. Personas que experimentan la historia de manera oblicua, escapan de los centros de poder, del canon cultural cubano y la lógica triunfalista del Estado. Por eso conservan un gesto genuino que se aparta de la convención colectiva; tienen la tragicidad de lo marginal, pero también lo hermoso de la resistencia. Personas que, para mí, están salvadas de la mediocridad; llenas de vida y solidez en sus creaciones artísticas.
– ¿Qué voces, cuerpos, gritos de libertad piensas reunir en sus páginas?
Entre Los Mojados está Mr. Acorde, músico y compositor que vive en La Habana; Miñuca Villaverde, actriz y cineasta radicada en Barcelona; Hamlet Lavastida, artista visual actualmente viviendo en la capital cubana; Rafael Almanza, escritor de Camagüey; Maykel Osorbo, rapero de La Habana Vieja; Isora Morales, escritora infantil de la Ciudad Nuclear (Cienfuegos); Luis Manuel Otero Alcántara, artista visual de San Isidro y Marien Fernández, poeta y dramaturgo de Yaguajay (Sancti Spíritus). Cada persona radica en distintos lugares del país o fuera de él, con experiencias de vida totalmente diferentes, que vienen de diversos géneros y generaciones artísticas, pero todos comparten la belleza del gesto único. Aún faltan otros que se irán sumando en el proceso.
– ¿Qué es lo que más estás disfrutando del proceso?
La residencia INSTAR tiene una duración de un año (desde febrero del 2021 hasta febrero del 2020) por lo que estoy escribiendo una crónica al mes; cada mes lo dedico a la investigación y entrevista de un personaje. El libro contará con la edición de Olga Elena Suárez y Carlos Manuel Álvarez; será publicado en la colección Comentarios Reales, de Rialta Ediciones (Querétaro, México).
Es un proceso que estoy disfrutando mucho, conociendo a estas personas y acercándome más a sus obras. Algunos ya los conocía personalmente y con otros mantengo una relación virtual, pero espero poder conocerlos a todos en persona. Estoy haciendo un trabajo de archivo sobre las creaciones de estos artistas: música, libros, publicaciones y obras de arte. Toda la información que pueda recopilar sobre ellos.
– ¿Qué harás con la documentación que recopiles?
Las entrevistas estarán documentadas con grabaciones que podrán formar parte de un posible documental o material audiovisual. También planeo hacer una serie fotográfica que estará en la edición impresa del libro.
– ¿Cómo surge la idea, el título y el deseo de este proyecto?
La idea de Los Mojados surge por un bar que había en la Ciudad Nuclear, llamado así por la banda mexicana de moda en aquel tiempo. Este bar que estaba en los bajos de un edificio estatal era totalmente atípico, desentonaba con la estética soviética-revolucionaria. Era un lugar excepcional dentro la cuidad que estaba concebida como un gran proyecto, llena de ingenieros. En cambio, el bar tenía un ambiente underground y acogía a los desperdigados en busca de ron. Era un lugar lleno de luces dentro de la lógica gris de la Ciudad Nuclear.
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– Hay un poemario que te acompaña desde siempre en tu carrera. Habla de tus raíces, dolores y sentimientos en la Ciudad Nuclear; también de la familia y lo que fracturó el fracaso de la utopía comunista... ¿Qué está ocurriendo con Uranio Empobrecido?
Uranio Empobrecido es un libro viejo que escribí entre el 2013 y el 2017. En estos momentos se encuentra en proceso de edición, también por Rialta Ediciones.
– ¿Qué artistas colaboran contigo en este proyecto?
Será ilustrado por 17 artistas cubanos contemporáneos: Camila Lobón, Hamlet Lavastida, Julio Llópiz-Casal, Lester Álvarez, Tania Bruguera, Luis Manuel Otero Alcántara, Ítalo Expósito, Juan Sí González, Celia González, Henry Eric Hernández, Carlos Cárdenas, Héctor Trujillo, Raychel Carrión, Sandra Ceballos, Ezequiel Suárez, El Filio y Enfori García.
– ¿Por qué un libro que reúne varios lenguajes artísticos como la ilustración y la poesía de la mano de un grupo de artistas cubanos?
Es una manera de dialogar y contextualizar un momento, no una generación, porque somos de diferentes generaciones, pero sí un contexto contemporáneo donde todos estos artistas tienen una consciencia política muy activa. Están trabajando, creando y actuando sobre la sociedad cubana.
Uranio Empobrecido ha servido como una manera de confluir en este contexto del 2020-2021, a la vez que recoge el archivo de mi infancia dentro de la épica revolucionaria que se respiraba en la Ciudad Nuclear.
Este poemario realmente necesita esa expansión hacia las artes visuales, también hacia la crónica, la narrativa y el cine (ya existe con La Obra del Siglo, la película de Carlos Quintela). Toda esa expansión es vital para que la historia tenga nuevas connotaciones y lecturas en el futuro. La unión de todos estos artistas confluyendo en el poemario, es la solución que propongo para esa reinterpretación de la historia, ya no desde la nostalgia, sino desde la esperanza futura.
– A pesar de los muchos proyectos artísticos que tienes, la policía política impide que te muevas libremente, mediante arrestos domiciliarios arbitrarios. ¿Cómo puedes escribir, recopilar, entrevistar, archivar información y hacer arte bajo este clima de violencia diaria?
Trato de que no me afecte demasiado. Como dice un amigo, trato de que no secuestren mi imaginación. Ellos están todo el tiempo llevándote a otra connotación: de pronto dejas de ser escritora para convertirte en un agente político, en un instrumento, en un personaje "problemático y provocador". Cada vez que hay alguna conmemoración o se genera una protesta me sitian, vigilan y no me dejan salir de la casa. Por supuesto, hay una presión a mi psiquis, pero trato de que no sea el centro de mi vida. Estas situaciones siempre me generan impotencia ante tanta arbitrariedad.
Por suerte trabajo desde casa y no me imposibilitan del todo mi escritura. Trato de sacar provecho de ese clima de violencia, traducirlo en otro lenguaje, la convierto en poesía, en crónica, en escritura. De alguna manera le doy un vuelco a esa situación y escapo de ella. He aprendido a trabajar bajo esas presiones desde el 2019, no he tenido opción. Pensar en las mudanzas, en los desalojos, en la vigilancia, en la injusticia con los amigos... todo eso forma parte de mi proceso creativo. Y al final toda esa realidad brutal, toda esa violencia queda sometida a un verso, todo queda sometido a la belleza y la gravedad de un verso.