Enfermo mental es condenado a prisión por no llevar mascarilla en la calle

Tiene esquizofrenia y a veces sale sin permiso a la calle, pero a la policía no le importó y lo condenaron a un año de cárcel
 

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A inicios de abril de 2020, Osvaldo Lester López Miranda fue condenado a un año de privación de libertad por el delito de “propagación de epidemias”, refiere Cubanet.

Semanas antes, su familia había hecho la denuncia como familiar desaparecido. Osvaldo solía ausentarse durante varios días, una conducta errática común en los pacientes psiquiátricos deambulantes. Cada vez, su padre acudía a la ayuda de la policía para localizarlo.

Poco después, a mediados del mes de marzo, fue arrestado en La Habana Vieja por no portar la mascarilla y andar sin camisa y sin documento de identificación. Estas medidas comenzaron a aplicarse desde fines de marzo, poco después de aparecer el primer caso de coronavirus en la isla.

Al ser arrestado, Osvaldo fue trasladado primeramente a la estación policial de Cuba y Chacón, en La Habana Vieja. Luego, a la unidad conocida como “El Vivac”, en la localidad de Calabazar, donde sus familiares presentaron los documentos probatorios de su padecimiento psiquiátrico, medicamentos e ingresos.

Al día siguiente, sobre el 23 de marzo lo condujeron a la prisión conocida como Valle Grande. Actualmente, el joven se halla cumpliendo la sanción de un año de privación de libertad en el Destacamento 16 de la cárcel No. 1580.

En todo este proceso, su familia no ha podido verlo, ni siquiera tuvieron contacto con su abogado, ni supieron del momento o lugar del juicio. Solo fueron notificados de la condena por el delito de “propagación de epidemias” impuesta a Osvaldito cuando volvieron a Valle Grande para indagar sobre su situación.

Llevan más de tres meses sin tener contacto con él. El padre ha recurrido a varias instituciones gubernamentales como el Ministerio de Justicia, el Tribunal Supremo Popular y la Dirección Nacional de Cárceles y Prisiones, pero no ha recibido respuesta alguna.

En algunas de las entidades militares, los oficiales le aseguraron, con toda la aparente legitimidad de los no especialistas y neófitos en la materia de salud mental, que su hijo sí comprendía, por ende, sí estaba bien procesado. 

Cuando pidió de vuelta los papeles que había entregado de sus enfermedades, no los encontraron, se los habían desaparecido, por lo que, es de suponer, no los tuvieron en cuenta a la hora del juicio.

“Yo no pido que me lo suelten para la calle porque comprendo la situación del país con la pandemia de la CVID-19 —suplica el padre, Osvaldo López Monteverde—, pero espero que me lo trasladen para una institución mental”.


Pese a su enfermedad, Osvaldito —como lo conocen en el barrio— vive solo. Su madre falleció cuando era apenas un niño y su abuela, quien asumió la protección materna, también falleció hace unos años. 

Su padre vive cerca de él y se mantiene al pendiente de su alimentación y medicamentos, pero no puede evitar que en varias ocasiones el muchacho se le escape, agregó el medio independiente.

“No es agresivo”, aseguran sus vecinos y amigos. Suele pedir cigarros y dinero en la calle para comer. Esto lo avala también su mejor amigo, Yoandy Morales Peñalver, quien tiene un padecimiento similar al de Osvaldito pero que, a diferencia de este, es capaz de comunicarse con las demás personas.

“Él dormía de día y salía de noche. Se montaba en una guagua, a donde fuera la guagua, hasta la última parada y ahí se bajaba”, declaró Yoandy.

Me parece que está mal la actuación policial porque un muchacho con ese impedimento mental no es para que esté recluido en un centro penitenciario, prisión común, sino hospitalizado en un centro de siquiatría”, agregó.

 

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