"El dólar nos deja en la cuneta", dicen los cubanos

Los cubanos están indignadísimos. Las tiendas en divisa ahondarán las desigualdades en Cuba y dejarán a muchos cubanos más pobres y desamparados que antes
Las tiendas, eso sí, están bien surtidas
 

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El empeño del régimen de comercializar en dólares los productos y mercancías que escasean en las redes de tiendas en CUC, está siendo fuertemente repudiado por toda la sociedad civil cubana que contempla, indignada, como se "dolariza" el país sin aviso previo.

“Otro retorno del dólar que nos deja tirados en la cuneta, una traición en toda regla a los trabajadores del Estado”, comentó airado Alberto Carlos Arencibia, trabajador del sector de la construcción y padre de cuatro hijos, de ellos dos menores de edad.

“Y ahora qué nos hacemos los jodidos de siempre, los que vivíamos la esperanza prometida por Raúl [Castro] de que, más temprano que tarde los cubanos íbamos a poder vivir de nuestros salarios como trabajadores. Pero lo más irrespetuoso de todo es que Díaz-Canel diga que indignarse ante semejante abandono al trabajador estatal, a los sin remesas, es seguirle la rima al enemigo. Yo soy revolucionario probado, pero la dolarización de la comida y los productos de primera necesidad es una traición, gústele o no”, agregó.

Los sin remesas” es un término que va emergiendo en las barriadas habaneras —en sustitución de aquel otro, “cubano de a pie”— para remarcar una diferencia que entra al escenario socioeconómico de la isla, ensanchando aún más la desigualdad social: quienes reciben remesas familiares desde el extranjero tendrán mejores oportunidades económicas.

Madre de tres hijos y con veinte años como trabajadora del sector farmacéutico, Marlene Triana preguntó: “de qué manera cree el Estado que esta medida no significa un regreso del dólar americano como la divisa fuerte”.

Sin importar cuáles sean los productos y los precios de los mismos, sean estos de alta gama o no, los habaneros concordaron en que la apertura de las tiendas en dólares a partir del lunes 20 de julio, es un golpe que hunde aún más al cubano de a pie.

“Se trata de la maldita circunstancia del dólar por todas partes”, parodió Nelson Enríquez, bibliotecario y padre de cuatro hijos. “Prometieron la unificación de la moneda desde el 2013 y resulta que introducen el dólar como única moneda para adquirir productos que escaseaban en todo el país. Ya ni siquiera se trata de la crisis económica, sino de una crisis de credibilidad que el Gobierno no podrá subvertir jamás. No importa cuántas explicaciones o justificaciones pueda plantear Díaz-Canel, porque después de esta repentina dolarización ningún cubano volverá a creer en el Partido o la Revolución”, objetó.

Cuando en octubre del año pasado el régimen implementó más de setenta tiendas en toda la isla para la captación de dólares y otras nueve monedas extranjeras, Salvador Valdés Mesa, vicepresidente del país, aseguró que esta medida formaba parte de “una iniciativa para impulsar la economía cubana”.

“Pero impulsarla para quién”, atajó Consuelo Peñate Leyva, educadora de círculos infantiles desde hace veinte años que aseguró llevar “diez años intentando reparar” su casa con esfuerzo propio “porque mi salario es en pesos cubanos, ni siquiera en CUC”.

“Si con mi salario no podía costearme o darme el lujo de comprar cualquier cosa en CUC, imagínate ahora en dólares. Cuántas maromas tendría que hacer para convertir mi salario en dólares americanos porque soy de las tantas cubanas que no reciben remesas de familiares en otros países”, lamentó Peñate Leyva.

Los jubilados continúan cargando con la peor parte en el dramático panorama que azota la isla; no podrán mirar siquiera de lejos las tiendas que se habilitarán exclusivamente para dólares estadounidenses. “Regresaron aquellos tiempos de las diplotiendas, donde solo podían entrar y comprar los llamados técnicos extranjeros y diplomáticos. Regresa las grandes diferencias sociales a Cuba”, recordó Celia Fraga Domínguez, quien trabajó por más de treinta años como especialista en Recursos Humanos.

Ningún trabajador, empleado del Estado, podrá costearse la compra de productos o mercancías en dólares, y muchísimo menos nosotros, los jubilados. Es un imposible en toda regla. Por otra parte, nadie se ha hecho la pregunta de los diez millones: de dónde ha sacado el Gobierno todo aquello que venderá en esas tiendas”, concluyó Fraga Domínguez.

 

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