Las quejas sobre el desabastecimiento de agua en la Habana no cesan. El alto grado de deterioro en que se encuentra la red de abastecimiento en la capital, unido a la insuficiente inversión por parte del régimen, ha significado que en muchas ocasiones parte de la población se queden sin agua hasta por un mes.
Este 13 de agosto el diario estatal Juventud Rebelde dio acuse de recibo a una carta enviada a su redacción por Ailen Gámez Hernández, quien es vecina de calle 124, no. 3741, esquina a 41, Marianao, en La Habana, y relata que desde el pasado mes de junio en su cuadra, donde la mayoría de los residentes son adultos mayores, se sufre una verdadera tragedia con el abasto de agua, principalmente porque las autoridades no han dado ninguna respuesta efectiva, aunque desde un inicio el problema fue reportado a la oficina de Aguas de La Habana de municipio Marianao.
"Desde entonces no sé la cantidad de veces que los he visitado o los he llamado, y ya no entra ni gota de agua. Varios vecinos también han ido y nada. Primero demoraron más de una semana en mandar un inspector a comprobar el problema, cuando de hecho ni lejos les queda de su oficina; en cinco minutos se llega hasta aquí", explica Ailen Gámez.
Añade: "Cuando los llamamos nos dicen que van a hablar con la subdirectora en cuanto llegue, o que van a mandar al personal de operaciones. O bien no te responden nada. Ya a mediados de agosto se van a cumplir dos meses con el problema, del cual tienen conocimiento de qué se trata, porque el año pasado sucedió lo mismo".
Ailen señala en su carta que en aquella ocasión se demoraron un mes para solucionar el problema.
"Y no son capaces de resolver ahora ni de tampoco decir para cuándo, además de que se molestan cuando los que tenemos que estar molestos somos nosotros (más de 20 viviendas) sin agua o cargándola con cubos, porque algún vecino al doblar de la cuadra decide ayudar un poco".
Lamentablemente en Cuba los funcionarios, que están para servir, se sienten con el derecho a molestarse cuando el pueblo les exige que hagan su trabajo, y en muchos casos esa molestia lleva a que decidan retrasar las soluciones de los problemas a modo de venganza o reprimenda.
"Me siento súper maltratada y estresada. Soy la última de toda esa maestra (tubería), a mi casa no llega hasta que todos los demás cierren. Y tengo una pequeña de tres años. Ya no sé adónde más acudir", concluye.