"Siempre he creído que, con el tiempo, los artistas nos volvemos mortales o inacabados: pequeñas piezas regadas en algún lugar, para que vuelva alguien desde la eternidad, o desde el futuro, y al ver nuestras alas destrozadas, intente reinventarnos nuevamente", comenzó proponiendo el autor cubano en su rfeflexión.
-Nunca los inquisidores han tenido razón -precisó-, en ninguna época, en ningún sistema social o político. Qué daño pudo hacer Lorca, Vallejo; qué tan peligroso Machado, Roque Dalton, Zenea, Plácido, Nazim Hikmet, Galileo, Giordano Bruno, Andréi Platónov, o los tantos defenestrados: todos silenciados cuando más los necesitábamos. ¿Acaso valió la pena negarles a varias generaciones de cubanos la opción de escuchar a los Beatles sin necesidad de esconderse? ¿A quién pudo ocurrírsele pensar que Lennon podía ser una amenaza? Tal vez, en el minuto que se tomaba la decisión de declarlo peligroso, componía John una de las canciones más bellas que se haya escrito sobre la guerra.
Después de ese recorrido histórico, que incluye a la Santísima Inquisición para afianzar sus claros argumentos en torno a lo que ocurre en el ámbito cultural cubano, pasó a recordar a algunos de los censurados de mayor renombre, víctimas de cacería estatal y gubernamental.
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"Muy bien. Me hiciste recordar a tres holguineros Cabrera Infante, Reinaldo Arenas y Gaston Baquero. No les mataron con balas como a Lorca pero si con los tentáculos del Dictador Cubano. Oda a todos los defenestrados de la UNEAC. Entre ellos yo jjjjj. Y soy un cubano sin importancia pero caigo en ese saco de los incomprendidos", respondió Jimmy Verdecia Ricardo a Nelson Gudín.
Este último no dejó de referirse en su análisis a que los artistas, por naturaleza, son irreverentes, pero nunca peligrosos sociales, ni corruptos; porque no está en su esencia. "Los artistas solo se deben a su obra; y sea cual sea su estética o discurso, ella pertenece por derecho propio al patrimonio cultural de la nación, aunque los poderosos se crean eternos y con prerrogativas para decidir o cambiar las fichas del futuro", cuestionó.
Por último, después de compartir varios de sus versos de calado psicológico, rememoró que le sobran dedos tratando de contar "cuántos de mis colegas (en el humor) han decidido abandonar este país en las últimas décadas; y los que logro recordar lo han hecho en busca de mejor mercado para su obra, o por cuestiones familiares, y hasta por probar suerte o porque les dió la real gana".
"Al intentar contar los funcionarios públicos, los políticos, los militares, los altos dirigentes (en cualquiera de las esferas) que han traicionado, o desfalcado cuentas; o han sido agarrados con las manos en la masa, poniendo en riesgo, como sabemos, a una nación entera; o puestos al servicio de una potencia extranjera, no me alcanzan dedos, ni uniendo las manos de todos los inquisidores a lo largo y ancho de este amado país al que no he decidido abandonar nunca, aún cuando he tenido las más increíbles y tentadoras ofertas", sentenció.