Un artículo del oficialista Invasor, medio del Partido Comunista en Ciego de Ávila, presume los avances y logros de un convenio de cooperación entre una empresa estatal y ganaderos privados, pero al hacerlo descubre cuántas limitantes existen aún para el desarrollo de ese sector en una isla sumida en una profunda crisis alimentaria.
Bajo el título “Ya no es época de vacas flacas”, el reporte argumenta que gracias al convenio se ha incrementado la producción de leche y carne en terrenos que antes eran gestionados exclusivamente por la empresa del régimen 'Ruta Invasora', pero que hoy están produciendo gracias al empeño y la iniciativa privada, que los gestiona en usufructo.
Antes del convenio, expone el artículo, los potreros se distinguían por la abundancia de marabú y plagas, y actualmente, si bien quedan hectáreas por limpiar y aprovechar, exhiben otro rostro, más acorde a lo que se espera de un área dedicada a la ganadería.
Sin embargo, en medio del relato triunfalista de Invasor, se apuntan hechos que atentan contra el crecimiento sostenido de los logros presumidos y desnudan la falta de voluntad total del régimen cubano para dejar de frenar el desarrollo ganadero, aún y cuando seis décadas han sido más que suficientes para demostrar que la estructura económica impuesta es incapaz de lograr eficiencia y suficiencia en ese importante sector.
Uno de esos hechos es la limitación legal que persiste para la tenencia de tierras. Según expone uno de los ganaderos que se acogió al de momento exitoso convenio, él y otros no habían invertido antes en la ganadería porque no se permitía, a menos que se hiciera dentro de los márgenes de una Cooperativa de Crédito y Servicios, Unidad de Producción Cooperativa o Cooperativa de Producción Agropecuaria.
Pero allí solo puedes tener cinco caballerías, que es lo máximo que te permite la Ley, y a la ganadería le hace falta tierra, espeta con conocimiento y razón el productor, que al igual que otros entusiastas del nuevo experimento ha desembolsado grandes sumas de dinero con la esperanza de hacerlas crecer mediante una actividad que disfruta y tiene una especial relevancia.
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Para burlar ese freno legal, la empresa y sus socios privados tienen que hacer coexistir el convenio, enfocado sólo en producir, como debe ser, con prestanombres o múltiples tenedores de tierra.
“Si Yuneisy ronda las siete caballerías y Omar se acerca a las 11, es gracias a que el usufructo implica a sus familiares allegados: en la práctica todos saben que es el negocio de un tenente, pero ‘lo indicado’ les impone un ajuste que luego implicará burocratismos”, expone críticamente el artículo de Invasor sobre los malabares legales que tienen que hacer los productores para poder llevar adelante su convenio.
Todo por frenos legales de un régimen que se niega a liberar decididamente sus fuerzas productivas, aunque la realidad expone de manera continua las deficiencias del sistema.
Un informe de la Subdelegación de Ganadería en Ciego de Ávila admitía en noviembre que en la central provincia 2 472 propietarios de ganado vacuno no disponían de las tierras necesarias para sus 12 897 cabezas.
Ello, sumado a otras limitantes, a la larga terminará afectando el éxito del convenio presumido por Invasor, así como seguirá frenando el desarrollo de un sector incapaz de alimentar dignamente a su pueblo.