Agentes de la policía del régimen cubano, en colaboración con miembros de los llamados Comités de Defensa de la Revolución (CDR), realizaron el pasado 19 de enero un operativo para incautar botes de poliespuma en todo el litoral oeste de La Habana.
Las embarcaciones confiscadas las fueron ubicando en una rastra del Ministerio de la Construcción. Durante el despliegue policial hicieron una recogida masiva de corchos, esas chalanas de confección casera compuesta por planchas de poliespuma, con aluminio y madera fijadas por tornillos, que dan el sustento a miles de familias que residen junto al mar.
El operativo se efectuó por toda la costa norte, desde el Mariel hasta el poblado de Jaimanitas.
Varios pescadores entrevistados por ADN Cuba, algunos de ellos afectados por la confiscación de sus corchos, afirman que se trata de un “injusta” acción de las autoridades cubanas.
“Nos han quitado nuestros medios de trabajo, siempre hemos vivido del mar y es el único sustento que tenemos para nuestras familias”, expresó Pepín Carranza, de Playa Baracoa. Pepín resaltó en sus declaraciones la inhumana proyección de la policía contra los humildes pescadores del litoral.
“Jamás en mis sesenta y cuatro años de vida vi una cosa así: ¿que llegaran a tu casa y se llevaron el corcho? ¡No, jamás! Llegaron por sorpresa y sincronizados. Tenían ubicados el lugar donde estaban los botes, los montaron en la rastra y se fueron sin decir palabra alguna, como si fueran los dueños del mundo. Un chivatazo, seguro”, sostuvo.
Pedro Lara, también pescador de Playa Baracoa, sufrió la vejación ante su familia del decomiso de su corcho. Expresa que no importó que tuviera en la mano su licencia de pesca y se las enseñara.
“Con tanto trabajo que me costó sacar la famosa licencia. De nada sirivió el documento. Me han dejado con una mano alante y la otra atrás. Yo alimentaba a mi familia y me defendía con el pescado que sacaba de noche, mar afuera, arriesgándome la vida solo en el canto del veril, ahora no sé cómo voy a enfrentar la vida y cómo voy a pagar todo este invento del ordenamiento, esos precios metidos a la fuerza, sin vaselina. Ellos, que dicen tanto que aman al pueblo y que todo lo que hacen es a favor del pueblo, ¡mentira!, son unos batistianos, o peor”, aseveró Lara.
La nueva Ley de Pesca aprobada en 2018 y puesta en vigor en 2019, instaura nuevas regulaciones para la pesca desde embarcaciones rústicas, entre ellas la necesidad de una licencia.
Pero los múltiples requerimientos exigidos para acceder al carnet de pesca enrarecían demasiado los trámites, que siempre terminaban denegados por Capitanía del Puerto. La pesca en corcho se convirtió de este modo en “ilegal”, pese a la medida los pescadores continuaron armando corchos y pescando.
“Lo del día 19 fue un golpe fulminante, llenaron la rastra de corchos y lo trajeron escoltados por dos autos patrulleros por toda 5ta avenida, exhibidos como trofeos. Lo llevaron para la islita frente a guardafronteras, allí los canibalearon, primero retiraron toda la madera y el aluminio, los tornillos, las arandelas, las tuercas. Dejaron solo la poliespuma y la quemaron, una gran pira de sueños”, dice “El Buitre”, que sacaba calandraca cerca de la islita y lo vio todo.
A Rascacio, pescador del bajo de Santa Ana y padre de cuatro niños, que también le quitaron su bote, expresó que los corcheros estaban acostumbrados a los operativos en el mar, que los embistieran con las guardafronteras, que les hundieran los corchos, que se los quitaran en el mar, pero eso de llegar a tu casa, entrar al patio y cargarlos en un camión, jamás lo hubiera imaginado.
“Después de eso puedo esperar cualquier cosa de esta gente”, dijo el pescador, que confiesa va a construir un corcho nuevo y seguirá pescando.
Joaquin Vásquez, pescador de Jaimanitas, asegura que la medida de quitar los corchos va más allá del simplemente hecho de aplicar la Ley de Pesca:
“Es también una estrategia del gobierno, para evitar el posible éxodo de personas en corcho para Estados Unidos, algo que está a la vista después del ordenamiento. Se acerca la cuaresma, que es un viento del sur que ayuda con la corriente, con suerte puedes llegar de rápido a los cayos de Florida, eso lo sabe el gobierno, sabe que hay un rumor en relación con esa fecha, de gente que intentará largarse de este infierno, que no da más y cada vez se pone peor”.
Joaquin explica que las flexibilidades del nuevo presidente norteamericano Joe Biden, con relación a la emigración y el ánimo de abrir las fronteras, ha encendido otra vez la llama de la esperanza en los corazones de los corcheros.
“Es una ilusión que tenemos: la libertad. Un rayito de luz en la negrura de nuestra existencia, por eso fue que todos los corchos no pudieron recogerlos”, Joaquin se ríe, “por teléfono los pescadores nos fuimos comunicando, por donde iba la rastra con la policía y cuál era el modus operandis”.
“Nos tirábamos por el móvil: ahora están en Santa Fe, en casa de Mayito, le quitaron el corcho y lo montaron en la rastra, ahora van para arriba de Cuco... Así muchos logramos escapar a la redada y enterramos los corchos. Bajo la arena están a buen resguardo, esperando marzo, el mes de las cuaresmas, el viento amigo del balsero. Para esa fecha los veras resucitar de las entrañas de la tierra y zarpar, la única opción que nos ha dejado este gobierno”.