El líder del Movimiento San Isidro, Luis Manuel Otero Alcántara, aseguró este 14 de diciembre que saldrá a la calle, en claro reto al operativo policial que lo mantiene cercado en su casa y viola su derecho a la libre movilidad.
Otero Alcántara declaró que ya está en perfecto estado físico —tras recuperarse de la huelga de hambre que protagonizó para exigir la libertad de un compañero— para continuar con su arte, su forma particular de conectar con los cubanos y demostrar su descontento con la situación de Cuba.
Como en otras ocasiones, el método contestatario será pacífico: esta vez, una simultánea de ajedrez en honor al primer campeón cubano del deporte, Félix Sicre, de origen negro, que ocurrirá en paralelo a otra organizada en EEUU por el movimiento Somos Más y el gran maestro cubano Lázaro Bruzón.
Por otra parte, el artista reiteró su desconfianza hacia la dictadura; dijo que teme sus métodos, un accidente fabricado para matarlo de manera encubierta y hacerlo parecer una casualidad.
Este 14 de diciembre Otero Alcántara se refirió a esta posible salida en un texto, acompañado de fotos, publicado en la revista El Estornudo. Allí dijo que los estados totalitarios fabrican muertes y una manera de disimular el carácter político de esos asesinatos sutiles es presentarlas como casualidades.
“No es la muerte lo que temo, sino el supuesto accidente mediante el cual esa muerte pudiera ocurrir. Despolitizar la muerte es la mejor manera de anularte como individuo”, declaró.
“No creo que, en los días de mi huelga de hambre, el poder me quisiese muerto, porque el control me pertenecía. Había cargado mi cuerpo de significado político; les había arrebatado los hilos del relato”, agregó el líder del Movimiento San Isidro.
Alcántara acompaña su texto con imágenes que ilustran su muerte hipotética, en las que imagina el “accidente”, una especie de imaginación poética en la cual se adelanta a sus verdugos y convierte su temor en arte.
Es posible que el régimen cubano haya utilizado este tipo de proceder en otras ocasiones, para eliminar de la escena pública a opositores cuyo protagonismo sobrepasó el límite de lo “prudente”. El caso más famoso es el de Oswaldo Payá, quien murió en julio de 2012 en un sospechoso accidente de tránsito.
Otero Alcántara recordó justamente el caso de Payá, asesinado en uno de estos “accidentes” por organizar una consulta popular conocida como “Proyecto Varela”, que recogió unas 25 000 firmas y generó gran desazón en las altas esferas del régimen, por lo que sus organizadores fueron dispersados y encarcelados.
En su momento, La Habana aseguró que fue un accidente de tránsito y que sus agentes, que perseguían y mantenían bajo vigilancia el auto donde el laico viajaba junto al joven Harold Cepero, no tenían responsabilidad en el suceso.
En julio de 2015, un reporte sobre el fallecimiento de Payá publicado por la Human Rights Foundation concluyó que el reporte y conclusiones oficiales del gobierno cubano sobre la muerte del disidente eran deficientes.