Venezuela se plegó al régimen cubano tanto en la política como en la economía: esa parece ser la conclusión del libro La invasión consentida, de Diego G. Maldonado, un venezolano que se esconde tras ese nombre para evitar la represión del chavismo, pero que tuvo acceso a documentos claves del gobierno.
“Un fenómeno único, uno de los más peculiares en la historia de América Latina y de la geopolítica mundial, el de la sumisión voluntaria de una nación rica, de más de 900 000 kilómetros cuadrados y 30 millones de habitantes, a otra ocho veces más pequeña y tres veces menos poblada”, aseguró Maldonado en entrevista con Infobae.
La investigación ofreció un panorama sobre cómo Cuba infiltró el gobierno de Venezuela sin resistencia ni condiciones. “Sus hombres están presentes en todo el país. En el palacio presidencial, siempre al lado del mandatario; en los ministerios, institutos y empresas estatales”, dijo el autor.
“Comparten la administración de los puertos, tienen su propia plataforma de aterrizaje en la rampa presidencial del aeropuerto internacional Simón Bolívar y han penetrado los cuarteles y las bases navales, gracias a un convenio militar secreto, firmado en 2008. Además, están desplegados en todo el territorio nacional, al frente de los principales programas sociales”.
Solo en sus primeros 10 años en el poder, antes de que la enfermedad lo llevara a tratarse a La Habana, Chávez hizo 24 visitas oficiales a la isla y se manifestó reiteradamente fascinado por Fidel Castro.
Más allá del plano afectivo, La invasión consentida destacó que el patriarca revolucionario también fue para Chávez un maestro de estrategia: “Gracias a Castro —un espejo en el que le gusta reflejarse— el presidente venezolano aprende lecciones invalorables para neutralizar a sus enemigos, perpetuarse en el poder y mantener el control social”.
Lo llamativo del caso es que el lazo entre ellos trascendió la normal afinidad política que pueden compartir algunos dirigentes. “Pocas veces en la historia se ha visto una identificación personal y una compenetración tan profunda como la de Hugo Chávez con Fidel Castro”, continuó.
El libro incluye varios episodios que muestran la influencia del gobernante cubano en políticas concretas del gobierno venezolano. Fidel fue el principal asesor de Chávez y muchos de sus funcionarios trabajaron en nuestro gobierno.
“El propio presidente contó cómo en una ocasión Castro le envió al viceministro de Salud, Aldo Muñoz, y le dijo: ‘Ese es tuyo, hazle lo que tú quieras’. Esto hubiera sido inaceptable en otro país. Chávez confiaba ciegamente en Fidel. Enfrascado en atornillarse en el poder y perpetuarse, lo veía como un modelo y un aliado clave”.
Aunque el foco de La invasión consentida está puesto en la virtual cesión de soberanía de Venezuela ante Cuba, la investigación dio detalles sobre intercambios económicos de enorme importancia: sólo durante el primer año de Chávez en el gobierno, Venezuela desplazó a España como principal socio comercial de Cuba, con 912 millones de dólares en negocios. Esa cifra siguió creciendo: 2460 millones en 2006, 7100 millones en 2007, 13 000 millones en 2010.
“Tres meses después de asumir el poder, Chávez envió una delegación de la petrolera estatal PDVSA a La Habana y al año siguiente incorpora la isla al Acuerdo Energético de Caracas. El pacto ofrece a países de Centroamérica y el Caribe la venta de crudo con un financiamiento de 15 años al 2% de interés”, recordó el libro.
Y en octubre de 2000, con la firma del Convenio Integral de Cooperación, se acordó que Cuba recibiría 53 000 barriles diarios de petróleo a cambio de servicios y productos.
Cuatro años más tarde esa cifra pasó a 90 000, y poco después la provisión llegó a superar lo que Cuba necesitaba, 115 000 barriles diarios. Con el sobrante, la isla se convirtió, increíblemente, en exportadora de petróleo para el mercado internacional, por hasta 765 millones en 2014.
Una de las evidencias más clara de penetración está en los aparatos del Estado. Funcionarios y asesores cubanos trabajaron con el gobierno en toda la plataforma de la administración pública y en los servicios de inteligencia para consolidar un Estado policial. “Si hay algo de lo que puede vanagloriarse el castrismo es de su enorme experiencia en materia de control social y represión política”, agregó el autor.
Pero la estrecha relación entre ambos gobiernos y el seguir malos ejemplo, han terminado perjudicando a Venezuela. “Los efectos sobre la economía son atroces y están a la vista. Venezuela es un país quebrado y empobrecido. La economía y los servicios públicos comenzaron a crujir antes de la imposición de sanciones económicas por parte de Washington”.
Una de las características de la economía cubana ha sido el control directo de la gestión empresarial que ejercen las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Y ese modelo parece copiado en Venezuela: “Con Chávez en el poder, la cúpula militar adquirió un poder económico sin precedentes”, resumió el autor de La invasión consentida.
“Los militares se encargaron del manejo de divisas, de la banca pública, de la oficina de recaudación de impuestos, la Tesorería, de compañías estatales y de sectores clave de la economía. Para nadie es un secreto que varios de esos funcionarios hoy son millonarios”, agregó.
“Los militares administran las aduanas del país y manejan actividades como la importación y distribución de alimentos. Pero, además, Maduro abrió la posibilidad de que las fuerzas armadas tengan su propia corporación de empresas con más de una docena de compañías, entre las que destaca una petrolera, la Compañía Anónima Militar de Industrias Mineras Petrolíferas y de Gas, Camimpeg, una caja negra de la que poco se sabe”.
Y eso sin hablar de otras actividades abiertamente delictivas, recordó: “Mucho se hablado de la participación de militares en actividades de contrabando de gasolina hacia Colombia, explotación de minas en el sur del país y narcotráfico, pero lo que sabemos de estos temas es por los trabajos de otros colegas”.