Hija de fallecido por coronavirus denuncia pésimas condiciones de hospital de Cárdenas

Yarima Rodríguez Sánchez tiene COVID-19 y perdió a su padre por la enfermedad. Relata sus desventuras a ADN y denuncia las pésimas condiciones del hospital cardenense en el que su padre fue atendido
Yarima Rodríguez Sánchez
 

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No hay palabras para expresar el dolor de Yarima Rodríguez Sánchez, hija de otra de las víctimas que se ha agenciado la COVID-19. Tal vez no había solución para salvar la vida de Jorge Rodríguez, pero si se pudo evitar el dolor de los familiares al enfrentar los trámites que tras la muerte de este hombre se produjeron.

Mediante WhatsApp, Yarima cuenta cómo ocurrieron los hechos. “Nosotros llevamos a mi papá el día 6 de abril al Hospital General Julio Aristegui, del municipio de Cárdenas, porque había tenido tres vómitos y una diarrea. Nos preocupamos porque era un paciente que desde hacía 11 años vivía con cirrosis hepática, además tenía una cardiopatía y era diabético. En el cuerpo de guardia había un gastroenterólogo que le puso un tratamiento y nos fuimos para la casa ese mismo día”. 

Pero el método recomendado no fue suficiente y al otro día tuvieron que regresar al hospital. Yarima asegura que hasta ese momento su padre no tenía el coronavirus porque en los días anteriores no se habían relacionado con personas ajenas a la familia y ellos se mantenían en casa sin salir. 

“Cuando regresamos al hospital los médicos nos dijeron que mi padre estaba en etapa terminal de la enfermedad, pero al transcurrir los días, dentro de su gravedad, hubo mejorías. Ya lo podíamos sentar, tenía un poco más de fuerza, hablaba y quería hasta comer”.

“En esa misma sala, a los dos días de nosotros estar ahí, ingresó un señor que presentaba un cuadro de neumonía. Su hija era doctora y exigió que le realizaran la prueba y el resultado dio positivo”.

Cuenta esta joven que la situación la preocupaba cada vez más. La decisión del hospital fue trasladar al paciente que había dado positivo y a los demás que estaban a su alrededor para el Hospital Militar de Matanzas. Yarima, en su incertidumbre, preguntó si a los que quedaban le harían el test rápido para salir de dudas, pero la respuesta de la doctora que estaba al frente de la sala fue que no, “que si yo no había tenido contacto directo con ellos o si hablé siempre con el nasobuco puesto no habría problema, ya que mi papá estaba en un cubículo solo”. 

Yarima seguía preocupada, ella y su madre evidenciaron la limpieza que esa misma noche le hicieron a la sala. Prácticamente ni limpiaron, solo fumigaron con cloro, pero someramente. Las paredes no las tocaron y los colchones tampoco.

“Anteriormente ya había notado que al personal médico no le daban casi utensilios de trabajo como esparadrapo o guantes y me parece que eso está mal porque ellos son los que más protegidos deben estar”.

Pero los días seguían pasando y Jorge seguía hospitalizado.
 

 

“Justo el día 22 en la tarde el médico de guardia, cuando lo osculta, le sintió un ruido. Entonces mandó a hacerle un Rayo X y le salió que tenía neumonía. Enseguida vino la epidemióloga con muy mala forma, pues esa sí que no tenía ética ninguna, y dijo que había que trasladarlo para Matanzas. Esa noche esperamos el traslado, pero nunca llegó la ambulancia. Al otro día, cuando llegó con los paramédicos, nos explicaron que en las condiciones que estaba mi padre no lo podían trasladar porque corría el riesgo de que no llegara al hospital porque no tenían médico en la ambulancia. La decisión final fue dejarlo en Cárdenas y le realizaron la prueba. Esa misma madrugada, a las 2:15, falleció”.

Todos los pacientes que se llevaron para Matanzas bajo sospechas días previos dieron positivo. Yarima conoce que tres de ellos fallecieron, como mismo falleció su padre.  

Mientras esta joven relata con dolor lo que fueron los últimos días con su papá, una pena nueva la invade, pues ella también ha dado positiva a la COVID-19.

Padecer la enfermedad más terrible que ahora mismo azota al mundo no es lo que más le duele a esta joven, sino recordar todo el proceso después de la muerte de su padre.

 

Al fallecer Jorge aún no habían llegado los resultados, pero las sospechas estaban más que claras. No había muerto un paciente común, sino uno que podía haber tenido coronavirus. Así, el método de preparación del cadáver tendría que ser diferente. Diferente, pero no inhumano. Y eso es lo que más le molestó a la familia, el mal trato después de muerto.

“Lo taponearon con gasa por todos sus orificios. Le pusieron una bolsa de nylon en la cabeza y otro saco de los negros de la cabeza a la cintura. Nos dijeron que debían cremarlo”. 

Que lo cremaran era algo entendible en este caso, pero cuando la familia se dispuso a acompañar el cadáver al crematorio le dijeron que no podían ir, y que sus cenizas serían desechadas.

¿Cómo una hija asimila que no tendrá un lugar al que llevarle flores a su padre porque simplemente no está? 

Por suerte para Yarima, todo fue un mal entendido, mala comunicación por parte de los funcionarios del hospital que provocaron un momento de caos ante una situación realmente penosa. En realidad, después del crematorio la familia podía recoger las cenizas que permanecerían bajo custodia por un personal del cementerio. 

“El día 26 nos llegó la noticia mediante una enfermera de que mi papá había dado positivo al virus. A nosotros nos trasladaron a un centro de aislamiento que resultó ser en una villa de verano en el Central Humberto Álvarez. Ahí lo único que hacían era tomarnos la temperatura y no nos dieron ninguna medicación ni nos realizaron las pruebas”. 

Después de exigir una atención mejor, Yarima, junto a su madre y su novio, fueron trasladados hasta la Universidad de Matanzas y la situación fue diferente. Desde que llegaron le comenzaron a suministrar medicamentos y le hicieron las pruebas.

Penosamente la muchacha resultó estar enferma. Sin embargo, su madre y su novio no, pudiendo regresar a casa. Ella actualmente se encuentra hospitalizada en el Hospital Militar Mario Muñoz de Matanzas.

A pesar del dolor, Yarima pide que se le preste mejor atención a los médicos que están trabajando directamente para enfrentar esta pandemia, que los equipen mejor y que extremen las medidas sanitarias en los centros en los que se detecten casos positivos. De esta forma se puede evitar su propagación.

Y además que el estado cubano garantice mejores condiciones a los fallecidos. “Ya que no pueden tener ni un entierro digno dadas las circunstancias, que no los envuelvan en sacos como si fueran basura. Yo viví eso y no quiero que otra familia lo viva, es un recuerdo muy triste que jamás voy a olvidar”. 

 

 

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