Madrid paralizó el proceso de condonación de intereses por pagos atrasados de Cuba sobre su deuda con España, un beneficio que otorgó el Club de París luego de firmar un acuerdo de reestructuración de la deuda en 2015.
El convenio afectaba a pagos pendientes por un importe total de 201,5 millones de euros y preveía la condonación de los intereses acumulados por demora y de una porción de la deuda, si La Habana cumplía los pagos acordados hasta octubre del 2033. El mecanismo opera de tal forma que por cada anualidad que paga el Gobierno cubano el Gobierno español asume un deterioro equivalente a los intereses de demora no abonados y una parte del principal.
En 2018 el Gobierno de La Habana se retrasó a la hora de pagar, pero terminó poniéndose al día en enero de 2019. Sin embargo, la anualidad de 2019 todavía no se ha abonado y el Gobierno de España ha decidido elevar el asunto al Club de París, según se recoge en las cuentas anuales del Fondo para la Internacionalización de la Empresa (FIEM), que se encarga de la gestión del programa de refinanciación de deuda de Cuba.
Según el FIEM, La Habana tenía hasta el 31 de octubre de 2019 para haber ejecutado el pago de la anualidad en tiempo y forma. Además, disponía de dos meses adicionales para satisfacer ese pago con una penalización mínima del 1,5%. Sin embargo, el gobierno caribeño incumplió ambos plazos lo que “naturalmente ha hecho que no se hayan condonado las demoras previstas según el calendario del acuerdo bilateral”.
Para el 31 de diciembre de 2019, Cuba aún tenía pendiente alrededor de 160 millones de euros de los 201,5 millones a los que hace referencia el acuerdo.
La paralización del proceso de “perdón” no es la única consecuencia: en virtud de lo previsto por el acuerdo de 2015, los retrasos acumulados desde la fecha de vencimiento del pago de la anualidad (31 de octubre de 2019) se penalizarán con un tipo de interés del 9%, lo que hará crecer de nuevo el saldo pendiente de devolución.
De hecho, el problema del impago no afecta solo a España sino también a los otros 13 países acreedores del régimen comunista en el Club de parís, entre los que se cuentan Francia, Canadá y Japón. La solución que acordaron estas naciones es conceder una moratoria de un año, si bien con algún tipo de penalización que no se especifica y que probablemente esté por debajo del 9% que establece el acuerdo de 2015.
Según los últimos datos oficiales proporcionados por el Gobierno en una respuesta parlamentaria al Grupo Vox, la deuda externa de Cuba con España roza los 2000 millones de euros.
El acuerdo alcanzado en 2015 por Cuba con sus países acreedores borró 1700 millones de euros que el país caribeño adeudaba a España en concepto de intereses por impagos desde el año 1986 y dejó en 537,3 millones la deuda total pendiente de pago, agregando la que tiene periodos de vencimiento más largos y la que vencía a corto plazo, que fue objeto del acuerdo de reestructuración que Cuba ahora ha vuelto a incumplir.
La deuda pendiente se ha convertido también en un elemento de negociación en las relaciones con una economía que muestra los primeros signos de apertura. Hace poco más de un año, de hecho, la ministra de Industria, Reyes Maroto, anunciaba un acuerdo para convertir la deuda de 300 millones de euros que Cuba mantenía con empresas españolas en un fondo de inversión para que empresas domésticas desarrollen infraestructuras en el país.
Argentina también quiere sus millones
El acuerdo del Club de París de 2015 perdonó ocho mil 500 millones de dólares de los 11 mil 100 millones de la deuda externa que Cuba incumple desde 1986, más los cargos. La deuda restante se reestructuró en cuotas anuales hasta 2033 y parte de ese dinero se asignó a fondos de inversiones en Cuba.
Según el texto, los intereses se perdonaron hasta 2020, y después solo queda el 1,5 por ciento de la deuda total pendiente. Si Cuba no cumple con un cronograma de pago anual en su totalidad, se le cobrarían intereses de demora por esa porción en mora.
La Habana informó por última vez una deuda externa de 18 mil 200 millones de dólares en 2016. Expertos sostienen que ha aumentado significativamente desde entonces. El país caribeño no es miembro del Fondo Monetario Internacional ni del Banco Mundial.
Hay otros gobiernos interesados en cobrarle deudas a Cuba. Entre ellos está un supuesto aliado, Argentina, con quien La Habana tiene una deuda de monto similar a la española desde la década del 70.
El canciller Felipe Solá ha sido encargado con la “misión imposible”, según el diario La Nación, de quitarle los dólares al comunismo caribeño, que poco paga y por estos días dio un timonazo hacia un plan de recogida de divisas.
La astronómica deuda de Cuba comenzó a crecer desde 1973, porque gestiones del entonces presidente peronista Héctor J. Cámpora, permitieron dar a Fidel Castro una línea de crédito de 600 millones de dólares, para adquirir tractores, maquinaria agrícola, camiones y vehículos Fiat 125, Renault 12, Ford Falcon, Ami 8 y Peugeot 404.
Según La Nación, en enero del 2020 durante la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) en México, el canciller Solá le recordó a Bruno Rodríguez Parrilla, Ministro de Relaciones Exteriores cubano, que debían a Argentina la enorme suma de 2 mil 700 millones de dólares.
Pero el representante de La Habana esquivó el asunto diciendo que conversarían al respecto en reuniones posteriores durante el año, algo aplazado por la pandemia, aunque “los contactos siguieron de manera virtual”, informa el medio citado.
El ministro argentino trabaja en “una oferta flexible que contemple inversiones argentinas en la isla y exportaciones”. Tiene el problema adicional de que la vicepresidenta Cristina Kirchner está en buenas relaciones con el castrismo, por lo que “las gestiones no pueden ser agresivas”.
La administración de Alberto Fernández ha estimado la deuda en 1279 millones de dólares de capital —el cálculo de los '90—, a los que se suman otros 1412 millones por los intereses. Representa el 6% de lo que Argentina debe al Fondo Monetario Internacional (FMI).
Cuba solo ha pagado en todo este tiempo a la Argentina, 102 millones de dólares en 1988, y 98,6 millones al año siguiente.