COVID-19: otra olimpiada cubana de irresponsabilidades y justificaciones

Algunos países manejan la pandemia de COVID-19 con más responsabilidad que otros. El régimen de la isla, a ojos del autor, la ha manejado como una olimpiada de irresponsabilidades y justificaciones
El aislamiento social sigue siendo una quimera en la isla ante la escasez
 

Reproduce este artículo

En Corea del Sur fue detectada la “paciente número 31”, una fémina acusada de contagiar irresponsablemente con COVID-19 a más de mil personas en las ciudades de Daegú y Seúl.

En la versión cubana tenemos otra irresponsable: “la paciente 0”, quien saltó a la fama durante una reunión de chequeo sobre la situación del coronavirus en Cuba, cuando el mandante Miguel Díaz-Canel lanzó una reprimenda contra los participantes de una fiesta celebrada el 20 de marzo, donde la chica contagió a una docena de personas en el municipio Florencia, Ciego de Ávila.

Si de indolentes se trata, mirando en retrospectiva, el mismo 20 de marzo, a las 7:00 PM —cuando el fetecún estaba en pleno apogeo—, desde el programa Mesa Redonda Díaz-Canel ordenaba el cierre tardío de fronteras y la salida del país de más de 60 mil turistas. 

Hasta la fecha, ya había en la isla 25 casos confirmados y 716 sospechosos de COVID-19. Ese mismo día, el Dr. Francisco Durán, jefe de epidemiología del MINSAP —otro irresponsable más—, desaconsejó el cierre de fronteras en su informe diario de las 11:00 AM.

Durante esos días, el régimen cubano fue vilipendiado en las redes sociales por no cerrar las fronteras y tomar precauciones, amén de que, desde el 11 de marzo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al COVID-19 como pandemia.

Otras irresponsabilidades para la colección 

El 19 de marzo —un día antes del fetecún de Florencia—, el Complejo Cultural Almacén San José, sito en la calle Desamparados del municipio Habana Vieja, tenía sus puertas abiertas de par en par. La instalación tiene un área superior a una cancha de fútbol y, por sus 500 stands, desfilaron turistas italianos, rusos, alemanes, canadienses y chinos. Vale aclarar que aún no se había decretado el uso obligatorio del nasobuco.

Ante la preocupación, los artesanos reclamaron el cierre del almacén y la cancelación de los cobros por stands de la inmobiliaria Phoenix S.A. (GAESA). “Cuando venga la orden de arriba lo cerramos”, fue la respuesta de la gerencia.

El pasado jueves, en la shopping de Línea y 12, en el consejo popular Carmelo, sacaron a la venta pechugas de pollo. Se calcula que más de 300 personas hicieron cola bajo el sol por más de cinco horas, mientras la policía exigía “guardar distancia social”.

Al día siguiente la tienda amaneció cerrada, a causa de que dos empleados resultaron positivos al COVID-19. En consecuencia, centenares de personas estuvieron expuestos al virus, difuminado a través del aire acondicionado.

En la propia semana, en el Instituto de Oncología y Radiología, sito en el Vedado, intervinieron quirúrgicamente a un paciente con COVID-19. El equipo médico y el salón quedaron infestados.

También en el Instituto de Neurología y Neurocirugía se reporta personal de salud contagiado. En esa misma semana fue abanderada la brigada de médicos cubanos que viajaría a Togo para combatir la pandemia.

En el hospital Gineco-obstétrico González Coro, una pantrista resultó positiva al COVID-19, registrándose otros contagiados dentro del personal de servicios y médico a través de los test rápidos.

Bajo anonimato, los diagnosticados positivos de COVID-19 cuentan que los trasladaron al hospital militar Luis Soto Alba (Naval). Tras 12 horas de espera y maltrato —sólo comieron un pan con “mortadela de la bodega”— les ingresaron en el hospital Salvador Allende, para someterles a una segunda prueba en los laboratorios del IPK. 

Se evidencia desconfianza en los test rápidos, cuando un número considerable de los diagnosticados positivos resultaron negativos en las pruebas del IPK.

Acorde a la experiencia española, un lote de kits rápidos importados desde China resultó defectuoso. En Cuba nadie ha cuestionado la confiabilidad de los test utilizados por el MINSAP, ni han evaluado sus porcentajes de error. 

Preocupa que la relación entre pruebas y resultados en Cuba arroja una efectividad de entre un 4 y 5 por ciento, mientras en Estados Unidos y otros países oscilan entre 40 y 50 por ciento.

También la facultad de Matemáticas de la Universidad de la Habana hizo un modelo de curva de contagio. “El pico máximo puede llegar a 4000 infestados con 200 muertes”.  Pero los cálculos no ofrecieron cifras de cuántos pacientes requieren cuidados intensivos. Tampoco alertan sobre las capacidades en Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) y si son suficientes sus equipamientos.

La prensa oficial informó que el consorcio estadounidense Vyaire Medical compró dos empresas suministradoras de ventiladores y equipos médicos a Cuba, ellas son: la suiza IMT Medical y la Autronic, dándose por cancelados sus encargos, por las leyes del embargo.

Sin dudas, esta compraventa aportará munición para justificar el posible colapso de las UCI en Cuba. Hasta ahora el oficialismo no ha informado de futuras adquisiciones de ventiladores en otros mercados. Sólo el comandante Ramiro Valdés tutelará la fabricación nacional, auxiliándose de especialistas y cuentapropistas.

Por ahora, los sitios donde se han producido contagios autóctonos de COVID-19 han sido declarados en aislamiento por el Consejo de Defensa Provincial. Las mismas barreras de acero utilizadas para los desfiles del primero de mayo ahora bloquean la calle 6 del Vedado, Buenos Aires y Carvajal en el Cerro y un sector de Santa Catalina en 10 de octubre, mientras oficiales del MININT guardan sus fronteras.

Por el día, los residentes del Carmelo, que fungen como kamikazes, andan y desandan las calles para procurarse las pitanzas y, a las nueve de la noche, cuando salen a sus balcones para aplaudir a los trabajadores de la salud, irrumpen los apagones, la otra pandemia que empeora las angustias de sus encierros.

 

 

Relacionados