Una mujer desesperada pega carteles en postes del alumbrado público y ofrece 100 CUC por la devolución de su perrita, “Cosi”, perdida la noche anterior, en Jaimanitas. Algunos transeúntes se detienen a leer el anuncio y se horrorizan ante el monto de la recompensa.
El viejo “Charanga”, por ejemplo, retirado del sector de comercio, exclamó: “¡Cien fulas por una perra! ¡Qué desperdicio!”— y su mente registra quizás, velozmente, todas las necesidades que pudiera cubrir si tuviera ahora mismo esa cantidad de dinero en las manos.
Otro que se espanta con la cifra es Carlos, desempleado y padre de dos niños, que dice: “Yo estoy pasando el mar por el fondo y con 100 CUC en estos momentos hago maravillas”. Parado frente al cartel, Carlos piensa ideas locas, como buscar una perrita parecida y suplantarla, o llevarle a la dueña de Cosi cualquiera de sus cuatro perros, que aunque son satos, resultan igual de “inteligentes y cariñosos”.
“Por gusto— le dice Nilda, vecina de la dueña de Cosi—. La perrita lleva 10 años con esa familia, es como una hija. Por eso ofrecen tanto dinero para que la devuelvan, ninguna otra puede sustituirla”.
En Jaimanitas abundan los perros callejeros y casi nadie los molesta; en cambio, los perros de raza, en los últimos tiempos sufren el acoso y la depredación.
“Esos perros de raza que se roban los venden en otros barrios”— cuenta Kile, que hace poco vio a un hombre en el Náutico vendiendo la perrita pekinés de Vivian, una inspectora de Vivienda, y le avisó— Vivian salió rápido en bicicleta, pero cuando llegó al Náutico ya no estaban. El parqueador del mercado le contó que una señora compró la perrita por 5 CUC”.
Otra que sufrió mucho el robo de su perro dálmata fue Sara, vecina de la calle Tercera. El perro llevaba muchos años con ella, era su única compañía. Se lo robaron de madrugada, “fue un trabajo de profesionales— dice Sara— porque ‘Budy’ era una fiera y nadie podía arrimarse ni a la cerca”.
Lea también
Los restos de Budy aparecieron en el basurero: la cabeza, las vísceras y el pellejo. Algunos sospechan que se lo comieron.
En Cuba no existe una Ley de Protección Animal y las manifestaciones en contra del maltrato son cada vez más frecuentes, y controladas por los órganos represivos del régimen. Recientemente, como medida para la higienización de la ciudad ante la visita de los reyes de España, muchos perros callejeros fueron recogidos y sacrificados, un hecho que provocó indignación de los activistas por el bienestar animal en la Isla.
“El amor por los animales es una virtud, y en Cuba ese amor no está muy arraigado en la población”— considera Mayra, que tiene dos perros salchichas a los que ama con la vida. Para Aurora, de 50 años, ofrecer 100 CUC por un perro es “sentimentalismo barato”.
“Yo perdí la cuenta de los perros que he botado, porque cogen sarna y garrapatas, o porque se enferman y llevarlos al veterinario es muy caro... También está el problema de la comida, que no hay. Cuando son cachorritos son bellos y no hay problema, pero cuando crecen es un plato de comida más en la casa. Y a veces hacen sus necesidades en cualquier parte y yo no soporto esa asquerosidad”, agrega.
La foto de Cosi, con sus ojos animados y su sonrisa feliz, llena las calles de Jaimanitas. Los 100 CUC, en números grandes, son el grito de angustia de la dueña, y un aguijonazo para los pobres que sueñan con tenerlos.
“Ojalá la encuentren— dice Marcos Lagardere, albañil del contingente Desembarco del Granma—. La dueña tiene un restaurante particular y para ella 100 CUC no significan mucho, pero para otros es un dineral. Cosi se salva porque es chiquitica y no tiene mucha carne…, pero es posible que ya la hayan vendido, barata, y ahora viva en otro barrio”.