Escándalo por la entrega del Premio Iberoamericano Julio Cortázar

La literatura hecha al amparo de la instituciones del régimen continúa siendo un lastre para el desarrollo de las letras en el país
Escándalo en la literatura cubana a raíz de la entrega del Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar 2020
 

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Este 10 de septiembre el reconocido escritor cubano Alberto Guerra Naranjo hizo pública una queja en su perfil de Facebook respecto a la reciente edición del "Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar", obtenido por el escritor cubano Rogelio Riverón Morales.

"En mi humilde opinión ya es hora de coger el toro por los cuernos… el destacado escritor cubano Rogelio Riverón Morales funge como director de la Editorial Letras Cubanas, perteneciente al Instituto Cubano del Libro, institución que junto a Casa de las Américas, Centro Dulce María Loynaz y la Embajada Argentina, auspician y coordinan dicho importante premio, siendo la Editorial Letras Cubanas la encargada de publicar en forma de libro al premiado (es decir, al propio RRM)… es lo que ha ocurrido y a mi juicio no debe ser. No se puede ser juez y parte; no se puede ser parte de las instituciones que organizan un certamen y luego ser el ganador de la otra parte que en mayoría participa…".

Alberto Guerra Naranjo es considerado por la crítica como uno de los mejores narradores de la Isla. Licenciado en Historia y Ciencias Sociales, ha sido guionista de cine, profesor, incluso imparte talleres literarios a jóvenes escritores y realiza visitas a centros penitenciarios donde lee sus cuentos, asimismo, ganó la Beca DAAD en Berlín en 1999 y fue presidente de la UNEAC.

Su inconformidad y ante la que "no puede quedarse en silencio" viene acompañada con su "deseo de que alguien le rebata un solo punto de los expuestos" en su publicación.

El mencionado premio, concebido para homenajear al escritor argentino y su obra, no presenta entre sus bases nada que atente con que Riverón no pueda obtenerlo, sin embargo, el solo hecho de que trabaje en una institución afiliada lo debiera inhabilitar.

La noticia del premio fue dada con bombos y platillos en los principales espacios de difusión masiva de la Isla.

El reclamo de Alberto Guerra, quien también participó en el certamen, no pone en duda la calidad del ganador como escritor ni los méritos literarios del cuento, sino la ética profesional desplegada por el jurado y las propias cláusulas de la convocatoria del concurso. Esto ha traído consigo una ola de comentarios a favor y en contra de lo manifestado por el autor de "La soledad del tiempo".

Como en efecto, Guerra ha cogido al toro por los cuernos, pero el ganado supone el obstáculo mayor, tras este escándalo se esconden años de un grave problema institucional.

Ya sucedió cuando otro escritor cubano, Rafael de Águila, ganó este premio en 2017, y a vox populi miembros del jurado dijeron haberle entregado el galardón, consistente en 1000 CUC, por estar su hija próxima cumplir los 15 años.

Estas intrigas palaciegas dejan al descubierto todo un entramado de listas y concesiones bien elaboradas con anticipación, previendo beneficios, necesidades y atención diferenciada a ciertos artistas del gremio.

¿Marcará esta acusación contra las instituciones culturales un antes y un después en la literatura cubana?

 

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