Conversamos en ADN Cuba con el político e intelectual cubano Yaxys Cires Dib. Es abogado con varias maestrías en Derecho y Relaciones Internacionales, Acción Política, entre otros estudios. Desde hace 9 años dirige la estrategia política del Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH). Fue miembro del Centro de Formación Cívica y Religiosa de Pinar del Río. Entre 2003 y 2005 fue ayudante del ex vicepresidente de Panamá, Ricardo Arias Calderón.
Su formación política es democristiana y fue vicepresidente de la Organización Demócrata Cristiana de América entre 2013 y 2016. Actualmente es el coordinador general de la plataforma cívica Cuba Humanista.
Sobre la situación política de la isla y su futuro inmediato conversamos con Yaxys Cires. Asimismo, indagamos más sobre la plataforma cívica Cuba Humanista, que propone nuevos puntos para desarrollar a la sociedad desde el empoderamiento intelectual de las personas.
– En la isla emerge un ambiente de disenso importante, mucho más visible que en años anteriores. La prensa oficial intenta reconstruirle al disenso una mordaza y una historia de complicidad hasta con “terroristas”. Sin embargo, parece que los torpes discursos de siempre se están agotando. ¿Cree que, en efecto, exista un despertar en los ciudadanos? ¿Cuán necesario es el disenso, la oposición, para generar un país más inclusivo y justo?
Cada vez más ciudadanos se dan cuenta de que el modelo socialista está agotado; ha fracasado en todos los ámbitos de la vida del país. Esta es la lectura que hacen incluso aquellos que preferirían sacrificar sus libertades políticas con tal de que se le garanticen los derechos sociales, pero que ahora ven que ni una cosa ni la otra. A ello se une el inmovilismo del gobierno y el egoísmo de una élite que no tiene conciencia de justicia social.
Las redes sociales y la prensa independiente han roto con el monopolio estatal de los medios de comunicación y de la narrativa política. Las nuevas tecnologías favorecen la inmediatez en la transmisión y publicación de lo que ocurre en Cuba. Hoy podemos enterarnos con rapidez de un maltrato en una cárcel en Camagüey o de la pobreza que azota en Baracoa a una madre soltera o a un antiguo combatiente de la “Revolución”.
El periodismo independiente ha sido clave en dar visibilidad a lo que está pasando en Cuba, de ahí el ensañamiento del gobierno. En el 2020, el Observatorio Cubano de Derechos Humanos documentó 425 actos represivos contra periodistas independientes.
El disenso está muy relacionado con la libertad de pensamiento y conciencia. La diversidad cultural, política, religiosa es una realidad innegable y visible en la Cuba de hoy. Pero cuando pienso en lo que necesitamos como país, prefiero el pluralismo; suele emplearse en el ámbito político y encierra algo más profundo y es la aceptación de la diferencia y la diversidad como algo legítimo. Y ahí hay que decir que no solo el Partido Comunista tiene problemas con el pluralismo, sino también sus oponentes. La pasión, la polarización –incluso sobre temas no cubanos– y la falta de educación cívica nos pasan factura.
– El 4 de abril vimos al barrio de San Isidro lanzado a la calle y, rodeados de fuerzas policiales, se desahogaron a gritos de “Patria y vida”, contra la dictadura. ¿Qué te parecieron esos hechos? ¿Crees que el régimen está debilitándose y teme un estallido social a gran escala?
Fueron expresión del malestar de la población, que se ha incrementado y empieza a traspasar el ámbito de las redes sociales. El empobrecimiento, las dificultades para conseguir alimentos y medicinas, algo que afecta a todos, pero con mayor fuerza a los ancianos y enfermos crónicos, agobian a millones de familias. Las diferencias sociales son cada vez más evidentes y abrumadoras. El Movimiento San Isidro (MSI) ha conectado con esta realidad que afecta a la mayoría de los cubanos; también, aunque con otro estilo y forma, lo hace Unión Patriótica de Cuba (Unpacu).
A lo anterior hay que sumar que la élite del poder atraviesa una crisis de legitimidad, difícilmente reversible.
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El aumento de los niveles de malestar y protesta social son evidentes, aunque dudo que eso se transforme en un estallido social o que por sí solo genere un cambio político.
– El grupo 27N ha ido contra las mordazas que el régimen impone: no solo se plantaron en dos ocasiones frente al Ministerio de Cultura, sino que están desarrollando una agenda de trabajo que incluye la petición de libertad de expresión y creación. ¿Cuánto aporta el 27N en este camino por los derechos en Cuba?
El surgimiento del 27N tiene varias lecturas políticas: emerge como expresión de solidaridad con unos activistas a los que los medios de comunicación del gobierno atacaron sin piedad, incluso –en el caso de Denis Solís– inventando causas legales o vinculaciones que a cualquiera asustaría. La narrativa oficialista incriminatoria no condicionó el reclamo solidario, sino que lo potenció.
La segunda lectura es que los reclamos no fueron de intereses gremiales, sino de derechos civiles que están en el núcleo duro del secuestro político ejecutado por el Partido Comunista a todos los cubanos. Me emocioné escuchando a Katherine Bisquet cuando leyó el pliego de exigencias.
Otro elemento importante, máxime teniendo en cuenta nuestra falta de cultura cívica, fue la apertura al diálogo con el adversario. Recuerdo que en el caso del MSI, cuando en plena huelga de hambre declararon que estaban abiertos al diálogo con las autoridades, eso hizo que creciera su apoyo en sectores sociales que siempre son muy cuidadosos a la hora de explicitar sus respaldos y exigencias. El 27N entendió eso y lo aplicó en el Ministerio de Cultura.
En un ejercicio de prospectiva que realizamos en el OCDH en Madrid, en febrero de 2020, previmos una situación parecida para el año 2022. El 27N, aunque de manera parcial, adelantó el escenario.
El gran reto en clave de futuro está en pasar –en el momento oportuno–, del diálogo al pacto político exigente, en el que regresemos a casa con la satisfacción de que llevamos soluciones concretas para nuestro país.
– Es reciente el nacimiento de Cuba Humanista que, entre sus prioridades, está dar espacio a los que se han visto silenciados por el régimen. ¿Cuándo y cómo se creó la plataforma? ¿Qué ofrece a los cubanos?
Cuba Humanista es joven, surgió en febrero de este año. Hay gente dentro de la isla y en el exilio. Ofrecemos a los cubanos un nuevo estilo de buscar el cambio: centrado en la persona humana, desde la responsabilidad y el consenso reflexivo, que valora el papel de la familia y que entiende la política como servicio público.
Ya hemos presentado tres iniciativas. La primera fue una solicitud de 7 puntos de carácter humanitario que enviamos al Departamento de Estado de Estados Unidos, entre los cuales estuvo la apertura de un canal de ayuda humanitaria para mitigar el empobrecimiento creciente de las familias cubanas, el restablecimiento de los servicios consulares ordinarios en la Embajada de Estados Unidos en La Habana y el procesamiento de casos de residencias permanentes para las solicitudes de reunificación familiar.
El pasado 13 de abril enviamos al gobierno cubano dos propuestas: una sobre educación, llamada “Bases para una reforma educativa”. Ésta recoge el reconocimiento del derecho de los padres a elegir el tipo de educación que quieren para sus hijos; que se permitan otras formas de gestión educativa, entre ellas, los centros privados; que se reconozcan los títulos que actualmente otorgan diversos empeños educativos de la sociedad civil; que se permitan las cooperativas de servicios en el ámbito educativo gestionadas por profesores; o que se autorice la contratación formal de profesores y catedráticos en empeños alternativos de educación, e incluso su ejercicio como profesionales autónomos.
La segunda, propuesta fue “Medidas para el inicio de la recuperación económica desde el emprendimiento”. Se incluyó la eliminación de trabas legales y burocráticas al libre ejercicio del emprendimiento; descentralizar la actividad económica; el libre ingreso y manejo de capitales en monedas libremente convertibles para el financiamiento de los diferentes modelos de emprendimientos; la exoneración del pago de impuestos sobre la renta y aranceles a la importación de los emprendimientos por un período de 2 años y la creación de áreas económicas especiales para que los emprendedores privados cubanos negocien con inversionistas extranjeros.
La estrategia nuestra está enfocada en crear una especie de paralelismo o independencia de la economía de los emprendedores frente a la economía centralizada y controlada por el Estado. La respuesta del régimen fue inmediata. Tres días después, Miguel Díaz-Canel dijo que se quería “fracturar la relación entre el sector estatal de la economía y el no estatal” y que “la Revolución no va a entregar el sector no estatal”. Es lamentable que no piensen en el pueblo.
– ¿Qué se necesita para lograr esa Cuba necesaria? ¿Estamos en el camino correcto hacia la libertad y la inclusión?
Pareciera que el proceso de cambio no va a ser por el hundimiento total del aparato estatal del castrismo, sino por una evolución que implicará una ruptura con el pasado. Los demócratas debemos ser firmes y perseverantes en los principios, valores y objetivos estratégicos, pero flexibles y pragmáticos en el alcance, contenidos, tiempos e hitos para alcanzarlos.
Las estrategias nuestras deben combinar la presión interna y externa con proporcionar una salida al régimen. Es difícil lograr un cambio si no se presiona, pero también si no se acompaña de un mensaje claro de seguridad para quienes no tengan las manos manchadas de sangre.
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Quisiera que Cuba avance hacia un estado de derecho donde se respeten las libertades de todos y exista independencia de poderes. Pero esta idea desconocida por la mayoría tiene que enamorar a todos, y no se logrará si el liderazgo político y social no transmite la certeza de que nadie quedará excluido social y económicamente. El miedo al cambio puede ser un elemento paralizante incluso para quienes tienen poco que perder. El régimen siempre ha usado eso a su favor.
El cambio debe ser de la ley a la ley, porque es el que menor costo social traería. Tampoco debe poner en riesgo la seguridad nacional, pues factores externos e internos como el crimen organizado podrían aprovecharse. El caos no asegura el futuro que queremos ni el necesario apoyo internacional para que Cuba avance. Aunque es importante que el liderazgo democrático esté preparado para cualquier escenario.
Creo que el activismo cívico está creciendo en legitimidad y apoyo popular; pero todavía le falta camino por recorrer.