Pese a la propaganda del régimen, que se ha obligado a mencionarlos varias veces hasta en los medios estatales nacionales, la solidaridad con el Movimiento San Isidro (MSI) se abre paso.
Canciones, obras de arte, iniciativas de cubanos por toda la isla y el extranjero para apoyarlos con protestas pacíficas, se ha conocido por estos días en que los integrantes del MSI y aliados hicieron un plantón con huelga de hambre para algunos de ellos. También ha sido evidente el terror de la dictadura a que el pueblo empatice con ese variopinto grupo de activistas, artistas, intelectuales, periodistas independientes, emprendedores o jóvenes, que le hicieron frente a un gobierno autoritario que no está acostumbrado a la desobediencia civil, y no la tolera.
Uno de esos humildes que resistieron el acoso del régimen durante días, es el colaborador de ADN Cuba, Esteban Rodríguez, quien cumplió varias jornadas de huelga de hambre, pero tuvo que abandonar ante sus dificultades de salud. Sin embargo, la llama de rebeldía encendida por él y sus compañeros del MSI, está lejos de extinguirse.
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Pero el pueblo, de tantos palos recibidos, sospecha qué sucede en realidad cuando la televisión oficialista y el libelo Granma nombra a una oposición que comúnmente desconocen; y además los ciudadanos han sido testigos en directo, por las redes sociales y los medios independientes, de las demandas del MSI, la represión de la Seguridad del Estado, y el apoyo de cientos de cubanos que se plantaron frente al Ministerio de Cultura a pedir por el rapero aficionado Denis Solís, el artista Luis Manuel Otero Alcántara y el MC contestarario Maykel Osorbo, entre otros activistas.
“En el día de ayer tuve que asistir al médico por problemas con la presión. Fui caminando con mi esposa y una amiga, con los represores atrás”, comenzó su testimonio Esteban Rodríguez, quien todavía tiene estricta vigilancia y de manera ilegal no le permiten salir de su hogar, salvo una ocasión de extrema necesidad, como esta que narra .
“Al llegar al policlínico sentí que las personas miraban curiosos y otros se llegaban y preguntaban ¿él no es uno de los jóvenes de San Isidro?”, aseguró.
“Les puedo decir sin temor a equivocarme que menos rechazos lo que sentí fue apoyo. Al punto que la directora del policlínico quería que fuera para un cuarto a que yo esperara los 30 minutos. Lo cual yo me negué, porque querían esconderme, si cuando tú te tomas la presión te dicen que esperes sentado”.
El activista, a cargo en ADN Cuba de la sección de directas El Barrio Habla, dice que “cuando venía de regreso, trabajadores de negocios se paraban en la puerta y un amigo se acercó y me abrazó fuerte y me dio las gracias...”