La FAO da qué pensar a muchas personas, por sus constantes elogios al régimen cubano. Elogios que, si fueran merecidos, no ganarían comentarios, pero son falsedades que cualquier cubano “de a pie” podría identificar. En este caso se trata de un experto, el economista Elías Amor.
Asegura Amor que esa dependencia de Naciones Unidas, ha sido tradicionalmente un socio cualificado de los comunistas cubanos y, de hecho, le ha dado una relevancia que no se corresponde con los resultados que propone este organismo. Los coqueteos del excanciller español Miguel Ángel Moratinos con Raúl Castro tuvieron mucho que ver con un eventual apoyo de Cuba a la candidatura del español a la FAO, pero todo quedó en nada.
En esta ocasión, fieles a la tradición, la 36 conferencia regional de la FAO ha dado espacio a las autoridades comunistas cubanas para presentar algo que es ajeno a la realidad de la isla. Presten atención al discurso del ministro, repleto de mentiras y patrañas.
“Cuba trabaja con intensidad y máxima prioridad en la aprobación de políticas públicas para desarrollar la producción de alimentos”. Si eso fuera cierto, entonces lo hacen mal, porque los cubanos continúan pasando las dificultades de siempre para comer todos los días, incluso, en el mejor escenario, no sería necesario importar alimentos por 2000 millones de dólares que desequilibran las cuentas externas de la economía.
“El acompañamiento de la FAO al gobierno cubano en la construcción del Plan de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional”, aprobado en el Consejo de Ministros el pasado julio. ¿En qué se concreta ese apoyo, en dinero, tecnología, recursos humanos, y lo que es más importante aún, cuál es su justificación?
“La voluntad del gobierno cubano de situar a la producción de alimentos como un sector estratégico de la economía”. ¿Cuánto tiempo llevan diciendo esto mismo? Los resultados están a la vista. Por mucho que todas las semanas se reúnan los jefazos del castrismo, el surco sigue sin cultivar y en Cuba continúa faltando lo básico y, además, la escasez empieza a ser injusta, por cuanto golpea con mayor fuerza a los que sólo tienen pesos cubanos.
Es falso decir una vez más que “Cuba desarrolla un programa de producción nacional de alimento animal como vía de sustituir las importaciones de piensos y materias primas, con el propósito de hacer sostenible la producción ganadera de la isla”. ¿Dónde está ese plan? Realmente poco se sabe del mismo, y si piensan que pueden destinar yuca o malanga a alimentar al ganado tienen que pensar en un incremento espectacular de los rendimientos que, en las condiciones actuales, es inalcanzable. La imagen del ganado cubano, desnutrido y enfermo, ha dado varias veces la vuelta al mundo.
Por otra parte, ¿de qué sirve volcarse en “ayudas a las empresas estatales del sector agropecuario y forestal” cuando si el mismo apoyo se diera a los productores privados independientes, los resultados serían mucho mejores? El ministro debería haber dicho algo de la campaña de acoso y derribo que se practica contra los arrendatarios de tierras, a los que se cobran impuestos por dejar parcelas sin cultivar. Unas tierras que no son, ni serán, suyas, por las que deben pagar impuestos, aunque no generen renta.
Estos discursos castristas en los organismos internacionales suelen acabar con el tono triunfalista y la misma demagogia oportunista de siempre. ¿Cómo puede el ministro de agricultura de un país incapaz de dar de comer a sus ciudadanos sumarse “a los esfuerzos para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible?
La Conferencia Regional de la FAO, para los castristas, ha sido un trámite más. La prueba es que, en Granma, el gramófono del Partido Comunista, casi pasó desapercibida. Después de los aplausos, lo mismo de siempre. A perder oportunidades para la necesaria reconstrucción del sector agropecuario cubano a partir de una reforma en profundidad del marco jurídico de los derechos de propiedad. Sin ese paso, no hay camino posible al futuro.