El fin del CUC no cambiará nada, pero lo cambiará todo

La opinión de un cubano en un foro de comentarios de un medio oficialista resume las posibles implicaciones que se anticipan del fin del CUC tanto para los cubanos de a pie como para las empresas: no cambia nada, pero cambia todo
Aún se desconoce la fecha de extinción del CUC
 

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Ante el sinfín de rumores, fake news e informaciones oficiales con pocas certezas sobre la llegada del esperado y temido “día 0”, el del fin de la dualidad monetaria en Cuba, los cubanos siguen aventurando en clave analítica todas las posibles implicaciones de la medida en su día a día.

No hay guagua, cola o reunión familiar en la que no se aborde el tema de la muerte del CUC y la presumible vuelta al reinado del dólar estadounidense, ese en el que hoy se pueden comprar en la isla, envuelta en una severa crisis y profunda escasez, más y mejores alimentos y artículos que en cualquiera de las dos monedas nacionales.

Incluso en los espacios que los medios oficialistas destinan para la recepción de comentarios de sus lectores, a diario se ven opiniones y suposiciones sobre cómo será el nuevo día a día en Cuba tras el fin de ese 24 o 25 por uno que ha caracterizado la vida de los cubanos desde que el régimen decidió despenalizar el dólar y, un poco después, establecer esa tasa de cambio fija, estableciendo una paridad ignorante del mercado mundial entre USD y CUC.

Un comentario en el oficialista Trabajadores, órgano oficial de la única central sindical permitida en el sistema político cubano, es ilustrativo de todo lo que se puede saber a priori sobre las implicaciones del fin de la dualidad monetaria, que al final, en medio de tantas penurias, improductividad, control estatal, cerrojos económicos, escasez y sanciones, es como no saber nada o anticipar días muchos menos placenteros de lo que los cubanos llevan décadas esperando.

Según Juan Carlos Subiaut Suárez, quien comentó en el artículo “Camino seguro al Día Cero de la unificación monetaria y cambiaria”, publicado en el referido medio, el fin del CUC no cambiará nada para el cubano de a pie, pero a la vez lo cambiará todo para el sector empresarial.

“Todavía hay personas que no entienden que a partir del día que extiendan el certificado de defunción del CUC nada cambiará, excepto que se restringe la circulación de esa moneda y habrá un plazo de seis meses para cambiar lo que tienen guardado en el colchón”, empezó diciendo el opinante.

“Si antes compraban algo en 1.00 CUC, ahora lo comprarán en 25.00 CUP, incluso hace bastante tiempo todas esas tiendas que operan normalmente en CUC admiten esa dualidad de pago. Es decir, que su dinero no se devaluará”, ejemplificó, para luego afirmar tajantemente que para el sector empresarial todo cambia, porque el actual uno por uno (1x1) en el que opera “tiene un efecto considerable en el funcionamiento y el balance contable de las empresas y dificulta la medición de los hechos económicos y el efecto que deben tener los incentivos”.

“No tienen ningún método que exprese el costo real de su producción. Esta situación acumulada en el tiempo ha sido negativamente impactante para las empresas que exportan bienes y servicios”, agregó, al tiempo que ilustró su postura con ejemplificaciones hechas anteriormente por otro “forista”, las cuales demostraban que la dualidad existente estimula las importaciones y desestimula las exportaciones.

Con la tasa de cambio de 1x1, las empresas estatales prefieren vender en Cuba por 10 pesos cubanos que exportar por cinco dólares, así como comprar en cualquier país por 100 dólares que en Cuba por 500 pesos. Todo un verdadero despropósito, ilustrativo de hasta qué punto las empresas cubanas han vivido de espaldas a principios económicos fundamentales.

Por ello, “la hora «0» mostrará la real eficiencia de las empresas estatales”, dijo Subiaut. “Estimo que habrá muchas, consideradas hoy eficientes a costa de esa tasa de cambio, que de la noche a la mañana habrá que rescatarlas con un crédito bancario u otra solución”, agregó.

Otro posible problema que anticipa el cubano afectaría a las cooperativas no agropecuarias, “que han hecho millones a partir de la tal dualidad y en mucho mejores condiciones que las empresas estatales para ejecutar sus actividades”. Estas cooperativas “perderán esas «ventajas» y ya no serán tan «eficientes» ni mucho menos competitivas”, subrayó, para concluir que, en definitiva, el fin de la dualidad tendrá un costo social, incluso político, “para el cual debemos estar preparados, pero que será mucho mayor si seguimos dilatando la solución”.

 

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