La policía cubana y los medios de propaganda del régimen volvieron a presumir recientemente algunos de los resultados de su lucha contra “coleros”, acaparadores y revendedores, pero sin abordar de nueva cuenta las causas reales de que esos roles informales existan y se nieguen a desaparecer.
En un reciente reporte del Sistema Informativo de la Televisión Cubana, en voz del periodista del Ministerio del Interior (Minint) Manuel Alejandro Reyes, se relató una redada policial que se llevó a cabo en el complejo de tiendas Trimagen del municipio Cerro, en La Habana, como consecuencia de la cual resultaron encartadas 11 personas capturadas “in fraganti”.
Según narró el reportero oficialista, el operativo se realizó en horas de la madrugada y, gracias a la detención de los “inescrupulosos”, al iniciar la venta el primero de la cola era quien hacía el número 40 por los cambalaches de turnos de los “coleros”
“Los ciudadanos se dedicaban a marcarle a 10, 15 o 20 personas, a los cuales posteriormente ellos le vendían el turno de uno a cuatro CUC”, detalló un capitán de la policía municipal del Cerro, mientras que un audio entregado al periodista por un denunciante evidencia el pago realizado en el acto a una “cólera”.
Esta última fue mostrada en cámara, afortunadamente con el rostro difuminado, explicando el momento recogido en el audio.
“Los compañeros que fueron se dirigieron a mí. Me propusieron que querían unos números y yo se los di. Ya, más nada. Y ellos me pagaron 12 pesos, más nada. Yo sé, lo hice a propósito, lo hice conscientemente, ya. Y está comprobado… No tengo que decir más nada”, dijo la mujer enérgicamente, asumiendo su venta informal de turnos de la cola.
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Otro de los implicados explicó su modo de operar, violatorio de las medidas decretadas por el Consejo de Defensa de la capital para administrar la escasez y el desabastecimiento, y guiar la lucha contra el enemigo público inventado para justificar las largas colas.
“Tres de la mañana. Trimagen. Marqué cola, marqué para cinco. Como tengo una multa que me pusieron por el nasobuco, qué hice, recogí el dinero y me fui”, dijo el “colero”.
De los 11 detenidos en el operativo, dos fueron denunciados por actividad económica ilícita y uno por resistencia, mientras que los restantes ocho fueron multados con 2000 pesos bajo lo establecido en el decreto 14 del Consejo de Defensa Provincial de La Habana, ese que ha permitido al régimen recaudar millones de pesos en poco tiempo en la capital por violaciones a las medidas encaminadas a mitigar la propagación de la COVID-19.
Según el periodista del Minint, “cuando se actúa de manera enérgica, se agradece”. Para probarlo, entrevistó a dos ciudadanos que celebraron la redada policial y hablaron de cuanto mal hacían los “coleros”, quienes “todos los días eran los primeros en la cola”.
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Con su presunta desaparición tras las sanciones, una ciudadana declaró que se ayuda “a los que no han logrado coger nada”. Ni ella ni la otra opinante, ni tampoco el reportero, cuestionaron las posibilidades reales que tienen de comprar lo que necesitan, y en cantidades suficientes, haya coleros o no.
Los estantes de las tiendas en las que pueden comprar la mayor parte de los cubanos, esos que no tienen divisas, no mienten. Lucen vacíos o con escasos productos, y ello no es culpa precisamente de la existencia de “coleros” y revendedores.
Desde que empezó la lucha contra ellos, “el pueblo va primero”, dijo el reportero tratando de sonar cursi o resaltar la supuesta preocupación del régimen, sin percatarse de que el pueblo, entendido como ciudadanía, con coronavirus o sin él, con coleros o sin ellos, debe ir primero siempre en cualquier país que se defina como república.