Fundado en 1941 bajo el nombre de Concilio de Iglesias Evangélicas, el actual Consejo de Iglesias de Cuba (CIC) se define como “una asociación fraterna de Iglesias, movimientos e instituciones ecuménicas que proclaman a Jesucristo como Dios y Salvador”.
Actualmente tiene unas 28 iglesias miembros, más de la mitad de las iglesias evangélicas cubanas. Algunas de éstas son el Ejército de Salvación, la Fraternidad de Iglesias Bautistas de Cuba, la Iglesia Apostólica de Jesucristo, la Iglesia Bautista Libre y la Iglesia Congregacional Pentecostal.
Su misión institucional, según la refiere el propio CIC, es “propiciar espacios de formación, encuentro, reflexión y celebración entre sus miembros. Todo ello, entendido como expresión visible de la unidad a la que son llamados en el servicio al pueblo cubano”.
Sin embargo, a la organización se le señala su excesiva cercanía y complicidad con el régimen, lo cual le hace verse como una entidad oficialista para simular una relativa libertad religiosa. Los rostros más visibles del CIC son identificados como acólitos del oficialismo, que llaman a sus feligreses, bajo argumentos como la unidad y el patriotismo, a apoyar al Gobierno y no manifestarse contra éste.
La más reciente prueba de ello se produjo esta semana, cuando los reverendos Antonio Santana Hernández y Joel Ortega Dopico, presidente y secretario ejecutivo del Consejo, respectivamente, descalificaron el envío de ayuda humanitaria desde Miami para los cubanos, lo cual definieron como una “nueva y ofensiva campaña de la plataforma Cuba Decide y su líder, Rosa María Payá”.
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En un comunicado divulgado en Matanzas el 13 de agosto, Santana Hernández dijo que “el canal para traernos ayuda nunca será el que promueva la división y dobles intenciones con fines políticos”. Un día antes, su colega Ortega Dopico afirmó, también en un comunicado, que “las iglesias cubanas no nos prestamos a la manipulación de falsos intereses, que nada tienen que ver con el espíritu y la vivencia del Reino de Dios”.
“Tampoco nos prestamos a relacionarnos con personas y organizaciones manipuladoras y con intereses serviles a la actual administración del gobierno de los Estados Unidos que, a través del bloqueo genocida y de guerras mediáticas y de toda clase, que llenas de calumnias y mentiras; pretenden destruir la felicidad y la paz de todo un pueblo”, aseveró.
Si bien representan a un número importante de denominaciones religiosas, los reverendos del CIC rechazaron las toneladas de ayuda humanitaria sin contemplar que muchas otras la agradecen y ansían distribuirla entre los más necesitados, tal y como fue concebido por los gestores de la iniciativa, muestra de la solidaridad entre cubanos.
Las palabras de Ortega Dopico y Santana Hernández, más que de líderes religiosos, parecen venir de cuadros del Partido Comunista, que siempre piensan que hablan en nombre de todos los cubanos. Así se los hicieron saber varios usuarios en redes sociales, donde las palabras de los funcionarios del CIC fueron replicadas por muchos medios e instituciones oficialistas.
Para el usuario identificado como Manny Santana, los reverendos “se parecen demasiado a sus compañeros de los otros departamentos”, ya sea del Partido, el Ministerio del Interior u otras entidades del régimen cubano. “Cuando el espectador los ve, lo menos que le viene a la mente es la imagen de un pastor religioso. Al contrario, dan la impresión de que te van a dirigir a un calabozo de tortura”.
“Estos chupan de la teta del gobierno y se burlan de su pueblo”, criticó otro usuario, mientras que un tercero, bajo el nombre de Julio Luis Maden, lamentó que “una vez más” las Iglesias de Cuba se plegasen a “la dictadura castrista”. “No me extraña. Nada nuevo. Pero esto hoy en día es cometer un grave crimen contra el pueblo cubano”, subrayó.
Para muchos, el CIC traiciona su esencia y misión como organización religiosa al despreciar toneladas de ayuda humanitaria, arbitrariamente retenidas por la Aduana General, según denunció Rosa María Payá.
Este propio sábado, el CIC publicó en su página de Facebook las palabras de otro reverendo, Juan Alexis Hernández, quien pidió al pueblo cubano y los creyentes “no dejarse engañar”.
“¡¿Ayuda humanitaria para el pueblo de Cuba?! Otro juego en la politiquería del ala más radical del exilio cubano en los EEUU. Cómo van a ofrecer ayuda ahora, cuando han desconocido y apoyado un bloqueo por 60 años con la intención de exterminar a todo un pueblo que su única culpa ha sido pensar políticamente diferente, ¡Eso se llama genocidio!
Jesús no aceptó nunca prebenda alguna de los fariseos de su tiempo, como tampoco este digno pueblo aceptará migajas de sus verdugos, pues estas vendrán además sobre la base del chantaje y el condicionamiento”.
Así dijo Hernández sobre el tema, evitando analizar las condiciones de crisis y escasez que vive la isla desde hace años y que hacen tan necesaria la ayuda que el CIC descalifica, y a cuyo reclamo y distribución evidentemente no va a colaborar.
“Que desprestigio de iglesia, hablando en nombre de un pueblo entero que pasa hambre y necesidad, la iglesia y la política no deberían ir juntas. Esa ayuda la mandaron las miles de familias cubanas exiliadas por el gobierno cubano, que su única culpa ha sido pensar diferente”, respondió en la página de Facebook del CIC el cubano Alejandro Quintana.
La mayoría de las opiniones que la actitud del Consejo ha generado son negativas. Se le acusa de no fungir como Iglesia y actuar en interés de los necesitados, sino de representar los intereses políticos del régimen, disfrazados con versículos bíblicos y palabras que manipulan e intentan justificar lo injustificable.