El joven santiaguero Nando Labrada, trabajador de la salud, dedicó recientemente una linda canción a sus pacientes y todos aquellos que sufren las consecuencias de la actual pandemia de coronavirus, en la que invita a reflexionar hasta qué punto todos podemos ser responsables de lo que está pasando.
Bajo el título “El 19”, Nando, residente en Dos Caminos, un pequeño pueblo a las afueras de Santiago de Cuba, rapea con auténtico sentimiento y sostiene como principal argumento que la actual contingencia sanitaria, de proporciones mundiales, puede ser un castigo divino de ese Dios al que muchos hoy le piden de rodillas que pase todo, por las acciones mediante las que la humanidad ha dañado al planeta y la vida.
Asimismo, defiende que puede ser una cuestión de karma, por todo el mal que se ha hecho en el mundo, sin preocupación por el mañana. Desde un enfoque basado en valores ecologistas y espirituales, Nando llama también a todos seguir las medidas necesarias para contribuir a que todo pase más rápido, y que mañana todos puedan verse nuevamente, curados del virus y del alma.
Sus reflexiones y mensajes, en una canción a todas luces realmente sentida por el joven, deberían hacer pensar a todos, incluso al régimen cubano, que en la actual contingencia ha incurrido en prácticas contrarias o no coherentes con la supuesta condición de potencia médica de la que tanto gusta presumir.
Pese al aislamiento social aconsejable y decretado por las autoridades, muchos cubanos deben salir a diario a las calles a perseguir alimentos e insumos, cuya adquisición les demanda sumergirse en enormes colas donde el riesgo de contagio es elevado.
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Supuestamente se haría una distribución de alimentos por todas las comunidades, para poner la comida al alcance de todos y evitar las aglomeraciones, mas las imágenes que a diario se ven sugieren que ello no se está haciendo bien, o que lo distribuido no es suficiente para satisfacer las necesidades poblacionales.
Probablemente sea un poco de las dos cosas, como suele suceder a diario en Cuba, un país abatido por una permanente escasez, que rebasa coyunturas y no precisa de pandemias para hacer acto de presencia.
Pero la persecución de comida no es lo único que expone hoy a los cubanos al coronavirus y les impide protegerse para salir mañana todos juntos a celebrar un mundo mejor, como insta e invita el rapero. El régimen expone a situaciones de riesgo a parte de su personal de la salud y a estudiantes, a los que impone la realización de los polémicos pesquisajes, bajo la amenaza de que pueden perder la carrera si no los realizan.
Nada, que sea un castigo divino o no, o una cuestión de karma, lo cierto es que el coronavirus saca a flote la verdadera naturaleza de todos y la expone sin timidez alguna. En el caso cubano va demostrando que, clichés surreales aparte, se trata de un sistema agotado, incapaz de contribuir plenamente a la conservación de la vida de sus habitantes.