Píopío con atchís y kikirikí
Todos quisiéramos ver a Cuba libre de todos los virus: el comunismo, la mafia de los militares, la violencia de la policía, los mensajitos de la Machi y el inglés de Díaz Canel
Actualizado: February 13, 2023 11:19am
Son buenas noticias. El brote de gripe aviar detectado recientemente en Cuba está “controlado”, según las autoridades, que han propuesto, para celebrar esta victoria, que los huevos que se distribuyan a la población vayan todos con la bandera cubana pintada en la cáscara.
Pero hay un problema: no hay huevos. Ni pintura, ni cáscara, y como sigan esos gordos inútiles en el gobierno y los militares mafiosos robando a manos llenas, un día no habrá ni bandera, y Bonifacio Byrne tendrá que mudarse de país si quiere que sigan recitando su poemita.
Y cada vez que el estado intenta calmar los ánimos de la población avícola, surge un problema. Es que ya las gallinas no son como las de antes. Le temen a todo y todo les molesta. Hasta no comer. Hay que ver lo alteradas que se ponen cuando no ingieren alimento alguno, y ya hasta olvidaron comer de lo que pica el pollo. Se niegan a cumplir con sus más elementales compromisos y se han plantado definitivamente, en total estado de negación. Ni siquiera han aceptado dividir sus tareas con las compañeritas de la Oficoda, que sí estaban dispuestas a poner huevos una semana sí y otra no.
La población ha sufrido mucho ya, y era hora que alguna amenaza fuera desactivada y puesta a buen recaudo. Cuba ha sufrido el largo y doloroso azote de la COVID-19, de gripe, de dengue, e incluso, más atrás, de las ideas desorbitadas de Fidel Castro, del fracaso de la “zafra de los diez millones” y la eterna desconstrucción del socialismo. La isla ha sido azotada además por huracanes, tornados, inundaciones, Marino Murillo y la tarea de ordenamiento, el CUC, el CAC, el CRAC, el Pin Pam Pún, la Mesa Redonda y las visitas de personajes tan bochornosos como Daniel Ortega, Nicolás Maduro, Evo Morales, Hugo Chávez y Mengistu Haile Mariam.
Eso, sin contar otras agresiones sanitarias menores, como las intervenciones de José Ramón Machado Ventura o del gallego Fernández, los tuits del Puesto a Dedo Díaz-Canel, la sarna, los piojos y los ataques lírico-revolucionarios de Abel Prieto. Y ahora, una gripe aviar a destiempo, que es como una amenaza en el aire, capaz de manchar las plumas de la patria y hacer que la historia estornude y carraspee, aunque siempre es mejor que estornude a que haga lo otro, porque suena muy feo y huele peor.
Por suerte el estado vigila. En cada cuadra hay un médico y también un veterinario, aunque pocos sepan que ambos son de la seguridad del estado. No hay virus que pueda moverse impunemente sin ser detectado. Lo declara la prensa cubana: “en Cuba el Sistema Nacional de Salud tiene implementada una vigilancia de las infecciones respiratorias agudas que no ha detectado desviaciones en el comportamiento de su incidencia”. Claro que a esa vigilancia le importa más lo que piensas que cómo respiras.
De un primer estornudo a no poder respirar producto de la moquera, solamente va un paso. Y esa gripe se contagiaría a la velocidad de la luz, casi con una estructura similar al tema que reza: Songo le dio a Borondongo, Borondongo le dio a Bernabé, Bernabé le pegó a Muchilanga, le dio Burundanga que jincha los pies, Monina. La gallina se la pega al guanajo, el guanajo al gorrión, el gorrión al perro; el perro a la vaca, la vaca a la chiva, la chiva al aura y el aura, desde el cielo, se la pegaría al gallo, que se ensuciaría el pico y no podrá ir a la boda de su tío Perico.
No importan entonces las vigilancias y las observancias. Cuba hace agua por todas partes, menos en Centro Habana. La salud ya no es lo que era en tiempos de España, que si querías hacer una vida sana te ibas a pelear a la manigua. Ahora atajan un brote de algo por aquí y sale otro brote por allá, y el gobierno no está para esos brotes, y menos para otros bretes. Con silenciar a la prensa –que no lleva mucho esfuerzo– y evitar que la noticia se riegue, ya tienen. A las autoridades les da igual un pollo estornudando que un cerdo con laringitis.
Y a veces, por supuesto, hacen su tarea como Poncio Pilatos lavándose las manos, y alertan para que ninguna gallina venga luego a reclamar que nadie les avisó. Aunque muchas veces las “alertas” son un poco confusas, como esta: "Si encuentra un ave muerta o enferma, notifíquelo al servicio de sanidad animal más cercano directamente o mediante los números telefónicos que aparecen en la tabla”. ¿Un ave enferma o muerta? ¿Ahí se incluye al pollo que la población compra tras diez o doce horas de cola? ¿Y a quién le importa que ese pollo americano estornude después de la heroica hazaña de zumbarse una gran cola y alcanzar un triste pedazo?
Claro, que esas mismas autoridades intentan aclarar las orientaciones, pero les sale peor, porque suenan más enredadas que antes: “Evitar el contacto directo sin protección con aves que parecen estar enfermas o muertas. No tocar superficies que pudieran estar contaminadas con excreciones o secreciones de aves silvestres, de corral o traspatio”.
Con eso se refieren a todo el territorio nacional. Tal vez por eso los nacionales quieren marcharse hacia otros territorios, estén contaminados o no, y el cubano de hoy se va de compras a Haití o a Venezuela como antes la gente iba a la calle Galiano. A lo mejor allí tocaron una paloma enferma, un buitre resfriado o un cóndor con dolor de garganta, y traen todo eso para la isla.
A pesar de que el gobierno diga que todo está controlado, uno sospecha que se están refiriendo a los opositores, a los que les posan un ave negra del infortunio en forma de agente del Minint, en la esquina o en la misma puerta. El cubano ha aprendido a leer y a escribir. A leer entre líneas, quiero decir, y a escribir a sus familiares y amigos en el extranjero. Por ejemplo, en esta nota hay más de un indicio de turca y cámara húngara: “como la transmisión fue en aves silvestres cautivas y no en aves de corral, ante los criterios de la Organización Mundial de Sanidad Animal, Cuba mantiene su estatus como libre de esta enfermedad”.
Eso quisiéramos todos, ver a Cuba libre de cualquier enfermedad y de todos los virus: el comunismo, el socialismo, la mafia de los militares, la idiotez del PCC, la violencia de la policía, los mensajitos de la Machi, la incoherencia de la Asamblea Nacional, la inoperancia de todos los que creen que dirigen el país y el inglés que habla Díaz-Canel. Más que gripe aviar lo que tiene la dictadura es moquillo, un moquillo grave que no se pega solamente por aire. Está en todo lo que dicen y escriben, en lo que orientan y amedrentan.
Para más INRI, aunque proclamen victoriosamente que han controlado la gripe en las gallinas de las granjas, ahora hasta en el Zoológico de La Habana estornudan el pavo real y el hipopótamo. Y los leones que quedan tienen un hambre histórica. Esa también la tiene el pueblo, y no se quita con discursos.