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Se te cayó el tabaco mi hermano, se te cayó

De un plumazo el Grupo Empresarial Tabacuba se encamina al hundimiento de la cosecha tabacalera, otrora renglón importante de la economía

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Se te cayó el tabaco mi hermano, se te cayó.
Ilustración: Armando Tejuca/ ADN | Se te cayó el tabaco mi hermano, se te cayó.

Actualizado: Fri, 04/07/2023 - 11:35

En Cuba no se tiene perdón ni conmiseración con la historia. No se respetan siquiera los cinco años que estuvo en prisión Rodrigo de Jerez, aquel marino de la expedición de Colón que llevó el tabaco a Europa. De un plumazo el Grupo Empresarial Tabacuba se encamina al hundimiento de la cosecha tabacalera, otrora renglón importante de la economía.

Hay que reconocer que no solo se debe al innegable talento de Marino Murillo, quien, tras desencolar al país con la llamada Tarea de Ordenamiento, asumió la dirección de Tabacuba y ha dejado a la empresa en puros huesos. Y eso no se fuma. Pareciera que Murillo es el mejor agente anticancerígeno que ha dado nuestra isla, porque el modo más certero de evitar que fume la gente es que no haya qué fumar. Así que él, cual Mandrake moderno dijo “abracadabra, somos continuidad” y acabó destrozando la tradición tabacalera como antes confundió al país e hizo polvo los salarios. Parece que Marino no le ha cogido la vueltabajo a la economía.

Es cierto que a la economía cubana actual es dificilísimo cogerle la vuelta, abajo o arriba, entenderla, quererla, mimarla y comprenderla. Más que un puro, como mundialmente se les dice a los tabacos, el Delirante en Jefe y sus continuadores la dejaron hecha una breva, y la continuidad la remató como un cabo apestoso que se pisotea en el suelo. Lo único que queda de la industria son los lectores de tabaquería con el diario Granma en las manos, y muchos se van lamentando que el Granma sea diario.

Es cierto que la isla ha sido castigada (sólo por los elementos, la ONU no lo ha hecho aún) con algunos desastres naturales. Es como si la naturaleza compitiera en desastres con los desastres que ha causado la dirección de la revolución desde el albor de los tiempos, es decir, cuando Cuba fue inventada por Fidel Castro con el asesoramiento de José Martí y Antonio Maceo, que hicieron huir a Batista con la invasión de Oriente a Occidente, para derrotarlo en Playa Girón. Pero ni con tres huracanes de pegueta y cuatro tornados, más dos terremotos y medio, la naturaleza empareja el juego.

Ahora dicen que el último ciclón (y el próximo combate, ¡ay! Manuel Cofiño, sigues siendo un niño) “el huracán Ian, que el pasado año destruyó más del 90 por ciento de las casas de cura”. Aclaro que las casas de cura no tienen nada que ver con la iglesia. Entre eso y el vasito de leche prometido por el más achinado de los Castros, ya hay una crisis a todas luces insalvable. No se prevé que en corto o en largo plazo se pueda invitar a La Habana a fumadores empedernidos como Winston Churchill, Guillermo Cabrera Infante o Groucho Marx, el único marxista real que ha existido.

Las cifras no mienten. La población cubana sufrirá estos descalabros. “Los ingresos anuales de Tabacuba y Habanos.SA superan los $500 millones de dólares”, que el gobierno usaba para... eran utilizados para... se invertían en la mejora de... Eran 500 millones de dólares que ahora se extrañarán y no caerán en los bolsillos del pueblo trabajador. He de informar que jamás dólar alguno salido de la venta del tabaco, o de la caña, del turismo o los servicios médicos, han caído en los bolsillos del pueblo trabajador. Hace mucho tiempo que la industria textil se propuso fabricar pantalones sin bolsillos, pero también se hundió.

“Más de mil campesinos de los 4,556 que estaban alistados para esta campaña no han podido iniciar la siembra y está claro que no podrán hacerlo ya”, dicen las noticias, que anuncian que Pinar del Río palidece y pierde su verdor. Y no es únicamente eso, sino que también está en el pico del aura el Festival del Habano, donde el Puesto a Dedo, la Machi, el cerdito Marrero y toda su corte de tracatanes alborozados, se pegaron a un tarugo con la etiqueta de habano y comenzaron a aspirar y a llenarse de humo pensando que el pueblo se llenaría de vida. Había alrededor de ellos más niebla que en Londres, y eso los sobresaltó por aquello de los fondos buitres y el juicio.

El evento, es decir “el XXIII Festival del Habano, celebrado este año en La Habana, dejó la cifra récord de $11.2 millones en ventas y subastas”. Se esperaba la asistencia, tal vez clandestina, de Fidel Castro, el Delirante en Jefe y de “el guerrillero heroico” Ernesto Che Guevara, pero nadie se explica por qué se ausentaron si los están mentando constantemente y afirman que los dos viven. Será que viven, pero no dejan vivir. Ahora todos se preguntan qué van a fumar el año próximo, cuando se interrumpa la tradición y no se vean Cabañas, Romeo y Julieta y H. Upmann.

Probablemente se discuta en la próxima sesión de la asamblea nacional contactar con los indios taínos o siboneyes, que sufrían huracanes constantemente y resistían con menos medios. Siguieron fumando tabacos hasta que los descubrió Colón, y no fue por el olor ni por el humo. Allí se informará a toda Cuba que el tabaco pertenece a la familia de las solanáceas, entre la que también están la patata y la berenjena, aunque habrá que dedicar unos minutos para explicar qué son las patatas y las berenjenas, que se perdieron antes. Luego, los delegados se enterarán de que en todo el Nuevo Mundo había seiscientos términos para aludir al tabaco, entre ellos los de las lenguas mayas: zig, kutz y mai. Y los aztecas conciliaban el sueño con el humo del tabaco y no repletos de tequila, que eso se inventó más tarde.

Ahora habrá que crear nuevos términos para hablar del tabaco, sobre todo para que la gente no lo olvide. Y mientras tanto, si se empeñan en celebrar otro festival del Habano en La Habana, habrá que repartir médicos cubanos entre los asistentes para que los prendan por la punta e intenten sacarles humo. O tal vez opositores, que esos ya están en candela y no aguantan una más, y en cualquier momento la que va a arder, por las dos puntas será la policía, esa legión de hijos de su perdularia mamá, criminales todos.

Lo más triste, además de que Cuba se convertirá, lentamente, en una isla sin humo, a no ser el de los incendios forestales y algunos sitios gubernamentales, será que se perderá uno de los atractivos de la trilogía que define a la isla: Cuba, azúcar, tabaco y ron. El azúcar desapareció y ahora es una tierra amarga, amarguita como la vida, según un famoso presentador televisivo. El ron está también en veremos, y el tabaco, ya saben. Las noticias no pueden ser más malas: “Más de 10,000 de las 12,000 casas para la cura que existían en Vueltabajo fueron derribadas por los embates del ciclón a escasas semanas de iniciarse la etapa de siembra”.

Así que el tabaco cubano está contra las cuerdas. Y no será solamente el turismo quien se verá afectado. También la fe y nuestro folclor, porque ¿con qué echarán humo nuestros babalaos cuando hagan las limpiezas? No hay solución a largo plazo. El sol sale en Cuba porque no es cosa del gobierno. “Se requieren 3,977 casas de cura y aún están en construcción unas 1,400”. Y el pueblo también necesita viviendas. A menos que junten las dos cosas y los ciudadanos vivan en esas casas de curar tabaco, despalillando. Total, despalillado ya está.