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Los minusválidos de Miami

“El Médico de la Salsa” está enfermo y no se puede curar. Su ego lo persigue. Su protagonismo se diluye y eso le lastima. Manolín ya no está “inn” sino “out”. Y le duele.

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Tal vez Manolín tenga doble personalidad y esté fajado contra él mismo.
Ilustración: Tejuca | Tal vez Manolín tenga doble personalidad y esté fajado contra él mismo.

Actualizado: Fri, 04/21/2023 - 17:50

“El Médico de la Salsa” está enfermo y no se puede curar. Su ego lo persigue. Su protagonismo, antes aplaudido, se diluye y eso le lastima. Manolín ya no está “inn” sino “out”. Y le duele.

Le duele no ser nada en ninguna parte. Ni aquí, ni allá, ni acullá. No ve pelota alguna, así que ya se acabó aquello de estar “arriba de la bola” que le diera fama y la fortuna de hacer bailar casi a Cuba entera. Ha vivido en España y en los Estados Unidos y ahora ha regresado a la isla, “con la frente marchita”, pero en su caso “las nieves del tiempo” no “platearon” su sien. Se la patearon, y ahora no recuerda, o solamente recuerda lo amargo, que tal vez le piden para permitirle habitar de nuevo el lugar que antes abandonó.

Manolín no puede curar su propio mal, ni siquiera con salsa. Pareciera que se le olvidó la fórmula. Ahora asegura “que Miami le da 'mala impresión' y que 'más nunca' va a volver”, que no soporta a los cubanos que residen allí "hablando mierda desde la distancia" y de paso los llamó "minusválidos".

Lo entiendo, pero por solidaridad con ese montón de cubanos hablando desde la distancia, no quiero darle la razón porque siento que está ofuscado y exagera. No creo que lleguen a un millón los que hablan eso, digo, heces, y tampoco es “desde la distancia”. Me preocupa su salud mental cuando recorra La Habana en apagón o tenga una gira por su ahora país de adopción.

Y aquí freno sabiamente para no perder yo la cordura. A esta altura del siglo no sé bien cuál es el país de adopción de Manolín. Se fue de Cuba porque allí no lo entendían, o no lo querían, o lo querían mal, y el gobierno de la isla no lo dejaba vivir como él aspiraba a vivir. Probó en los Estados Unidos y lo convirtió en su país de adopción, y más tarde intentó que lo adoptara España. Y de los tres sitios se marchó. Debe ser que él es muy difícil de adoptar o que no quiere que lo adopten.

Por eso se adapta. Regresó a Cuba agradecido que “el gobierno haya rectificado”. Tal vez para ser congruente y fiel a aquellos versos suyos que decían: “Te fuiste, y si te fuiste, perdiste... yo no, yo me quedé”. Con ese tema hizo bailar a mucha gente. Lo que sucede es que cuando los bailadores miraron hacia el escenario, ya Manolín no estaba. Parece que prefirió perder a quedarse.

Ahora quien rectifica es él, y regresa siendo un cubano revolucionario de pies a cabeza, con el pelo lacio, para que en el próximo censo de población pueda colar en otro sector poblacional, y apoyando la invasión rusa a Ucrania. Porque los ucranianos "se encontraron con un león sordo llamado Vladímir Putin".

Hace un tiempo anunció que abandonaba la música, para alegría de muchísima gente, y todo indica que se ha metido a politólogo. Un experto en política internacional. Por eso afirma cosas como esta: "Ucrania se llevaba bien con Rusia hasta que se dio cuenta que mientras peor se llevara con Rusia más dinero recibía de USA".

Así que por ahí van los tiros, no en la frontera rusa ni ucraniana, sino contra Norteamérica y sus dólares. Él aprovecha cada minuto para caerle bien al gobierno de la isla, al PCC y a Gaesa diciendo: "Estados Unidos tiene instalado en el mundo la dictadura del money”. Y no sé qué va a decir cuando entre a una tienda de divisas y no divise nada. Parece que quien no tiene bien el ucráneo es él. O a lo mejor “el Médico de la Salsa” cobrará sus actuaciones en rupias de Guantánamo o yenes de Pinar del Río, que últimamente cotizan en la bolsa.

Confieso que tanto ir y venir de Manolín me va a hacer daño en el cerebro. Igual le sucederá a mucha gente, incluyendo al millón de cubanos de Miami que hablan de lo que pica el pollo. En el 2021 él declaró a los cuatro vientos: "Fue un placer inmenso hacer música, una experiencia maravillosa. Ha sido estupendo recorrer este mundo cantando y dando alegrías. Si bien antes era un privilegio ser famoso, hoy en día es todo lo contrario, ahora el privilegio es llevar una vida privada, fuera de la fama".

Hoy todo indica que no se resigna a ser olvidado, a que lo tiren a mondongo, a que lo olviden, porque la fama es una llamita que crece sin uno darse cuenta, y alumbra y quema. Pareciera que él no necesita quemarse, pero sí que algo lo alumbre. La llama de la fama o la Felton, o una termoeléctrica flotante turca de las que la dictadura alquiló para ver por dónde se llega a la construcción del socialismo.

Pero cuando alguien es, o ha sido una figura pública, aunque sea solamente una figurita o un figurante, corre el peligro de ser incomprendido, criticado y repudiado y que la gente no esté de acuerdo con lo que el intérprete cubano dice o escribe. Y no sólo no estar de acuerdo, sino que muchas veces están en contra. Y también a favor, y eso lo confunde. Por eso alguien escribió en las redes sociales que “Manolín es el perfecto ejemplo del indeciso. Ni médico, ni músico, ni cubano ni americano, ni a favor ni en contra”. Y otra antigua admiradora de su quehacer fue más breve, preguntando: “¿Mao Ling el médico chino?”.

Yo sé que rectificar es de sabios. Mucha gente se fue de la isla y al cabo de un tiempo regresaron. “Se repatriaron”, que es la figura retórica para decir que volvió a tener carné de identidad y libreta de abastecimiento. Lo que pasa es que lo hacen en silencio. No salen a recorrer La Habana en un carro, sonando la bocina y gritando “Ya estoy aquí de nuevo. Volví”.

En primer lugar, porque no hay gasolina para hacerlo y porque según la antigua máxima “Roma paga a los traidores, pero los desprecia”. Y todo el mundo sabe que el difunto (gracias a Dios) Fidel Castro y su continuidad, siempre vieron a los que se marchaban como traidores y desertores.

Manolín no anunció su regreso a gritos ni sonando el claxon, porque su claxon es más moderno: las redes sociales. Ahí escribió: “Estoy donde estuve más de 20 años prohibido”. Y si un mes atrás anunciaba que era feliz porque abandonó la música, el 24 de diciembre del 2022 anotaba: “Anoche en el Malecón de la Habana se consumó mi reencuentro con la multitud, con el gran público y me acogieron de manera espectacular, fui muy feliz”. Hasta yo me siento confundido y le he tenido que escribir a Sigmund Freud para que me explique eso de ser feliz dejando la música y luego volverlo a ser tocando.

Tal vez tanto ir y volver lo desajustó un poco. Solamente hay que leer su adiós sincero: "Miami me da mala impresión, es como un hospital de minusválidos suplicando que otros hagan lo que no son ni fueron capaces de hacer ellos". Tal vez Manolín tenga doble personalidad, o personalidad múltiple, y esté fajado contra él mismo, boxeando Manolín contra Manolín, y eso no lo deja estar “arriba de la bola”, pero deja chichones.

 

Nota: El escritor de este artículo no se hace responsable de las opiniones vertidas por él mismo. Si alguien se siente ofendido por el contenido el texto, que vaya al médico. Al Médico de la Salsa.