Quedarse pese al hambre, la falta de trabajo y los riesgos que entraña el COVID-19, o jugársela y desandar el camino de regreso a Venezuela, ese es el dilema que afrontan miles de venezolanos ante el avance implacable de la pandemia en Latinoamérica, especialmente en países como Ecuador.
"Estamos en casa cuidándonos y hemos pagado un mes (de arriendo), pero ya no alcanzamos ni para comer. La única ayuda que hemos recibido fue una funda de comidita", explica a Efe Ricardo Castillo desde su hogar en el sur de Quito, al referirse a la asistencia alimentaria recibida por parte de un organismo multilateral.
Como muchos otros venezolanos, miles según las ONG, Castillo se plantea retornar movido por un sentimiento de doble impotencia, un "déjà vu" de tener que escapar, pero esta vez no de la crisis humanitaria en su país, sino en sentido inverso y de la pandemia, con múltiples vulnerabilidades a cuestas.
Entre ellas, nuevamente la de su condición de movilidad humana, particularmente porque regresan a pie, acompañados del hambre y la pobreza, a los que se suman sistemas sanitarios y asistenciales que no dan abasto ante la amenaza del virus.
Junto a su mujer y sus dos hijos de 10 y 11 años, Castillo, que lleva casi dos años en Ecuador, reconoce que está buscando la manera de poder regresar a su natal Valencia y su argumento es rotundo.
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"Porque ya no tenemos un trabajo estable. Como sea pero sí, nos vamos a ir", aclara el venezolano que ha trabajado en la construcción y en la calle para sustentar a su familia.
Aún no tiene claras las vías de escape, pero plantea que alguien le comentó que podrían facilitarles alguna "ayuda hasta Cúcuta", en la línea divisoria de Colombia con Venezuela.
El Gobierno colombiano ha anunciado la creación de un "corredor humanitario terrestre" para trasladar a venezolanos desde Cali, en el suroeste de Colombia, hacia el país caribeño, pero en Ecuador, de momento, la situación es bien distinta.
Las autoridades de Ecuador recuerdan que las fronteras terrestres del país están cerradas desde mediados de marzo, cuando se decretó el estado de emergencia sanitaria por el COVID-19 y no se permite el ingreso ni salida de ninguna persona, nacional o extranjera.
Esta situación ha llevado a que los migrantes opten por retornar a las trochas para poder dejar atrás Ecuador, que registra 388 fallecidos y se acerca a los 8.000 contagiados por coronavirus, situándose entre los primeros países del ránking regional.
"Hay muchas personas que se quieren volver porque las empresas han cerrado por el coronavirus y no hay ahorros", explica a Efe Virginia Ruiz, de 33 años, del estado de Falcón, que logra subsistir con diez dólares al día repartiendo comida en bicicleta entre las 8:00 y las 14:00, cuando entra en vigor el toque de queda.
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Su compatriota Hendrick, 22 años y de Barinas, asegura que "uno quiere regresar a casa para no estar sufriendo por aquí", pero de momento descarta la idea puesto que "todos los que se han marchado se quedaron en la frontera, está duro por allá", afirma.
Daniel Regalado, presidente de la Asociación Civil Venezuela en Ecuador AC, menciona que más allá de los problemas por las cuarentenas y la "falta de atención médica ágil", los venezolanos están experimentando sobre todo hambruna.
Se suman desalojos forzosos ante la imposibilidad de pagar el arriendo o "secuestros" en sus casas, "porque los caseros les amenazan con ocupar la vivienda si salen de ella, y les llegan a robar sus enseres".
La frase que más llega a la asociación es la de que "prefieren morir en su tierra", y muchos "arriesgan su vida por comer", insiste.
"Antes de la pandemia, el 97 % quería quedarse en el país, ahora el 19 % quiere irse, especialmente los de Guayaquil", asegura Regalado a la luz de entrevistas directas que realiza la asociación, con 224.000 venezolanos registrados.
Antes de la pandemia se estimaba que en Ecuador había 400.000 venezolanos.