A raíz de las protestas que estallaron en Cuba del 11 de julio (11J), una pregunta afloró en las mentes de muchos: “¿Y ahora qué harán?” Para los cubanos, la pregunta era más bien: “¿Qué hicimos antes?”
Un titular de The Economist calificó al 11J de “revuelta contra la revolución”. Con esa frase The Economist se pasaba de listo.
El levantamiento popular del 11J se inscribe en un movimiento revolucionario que pertenece a los cubanos desde 1933. La mayoría de ellos desconoce su propia historia porque el régimen de Castro se ha encargado de enterrarla bajo una gigantesca loma de basura.
El hecho es que, para Cuba, el camino hacia la libertad es una historia viva que espera ser puesta a buen uso.
En 1976, los cubanos comenzaron a ser regidos por una Constitución que consagra el comunismo como principio rector del país, axioma profundizado en la carta magna aprobada en el 2019. A partir de la década de 1980, desde su celda en la prisión Combinado del Este, Ricardo Bofill inventó un movimiento que emplazó al régimen, porque buscó fracturas en su propia "legalidad".
Bofill elogió esa carta magna comunista porque sabía instintivamente cómo podía ser usada por los cubanos. Hablando con su compañero de prisión Adolfo Rivero Caro, Bofill dijo:
“Mira, este gobierno puede hacer lo que quiera. Tú lo sabes y yo lo sé. Pero el gobierno no puede decir que hace lo que quiere. Debe fingir que la gente tiene algunos derechos. Tiene que obedecer la Constitución. Ya sé, la Constitución es una mierda. Todo el mundo sabe que es una mierda. Pero la Constitución es importante, porque brinda un espacio en el que trabajar. Es un espacio diminuto, mínimo, pero se puede trabajar en él”.
Las palabras clave del movimiento de Bofill describen la esencia de lo cubano: espontaneidad, coraje, ráfagas de inteligencia. Su trabajo político no dependía de la planificación central, sino de las libertades fundamentales: la libertad de expresión generalizada y la ausencia de secretos.
“Nuestra estrategia es no tener estrategia. De esa manera nadie puede adivinar nuestra próxima movida. Muchas veces ni siquiera yo sé lo que voy a hacer antes de hacerlo. Por supuesto, eso significa que la Seguridad tampoco lo sabe y que no puede usar sus métodos conmigo”.
Es obvio que este tipo de acción empalma en una visión más amplia. La revolución cubana de 1933 (contra Gerardo Machado) fue planteada en la Asamblea Constituyente que creó la carta magna de 1940, documento que resumía el pensamiento más avanzado de su época.
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Ese documentoi anticipó el concepto de las “Cuatro libertades” esenciales enunciadas por el presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt, en su discurso del Estado de la Unión de 1941: la libertad de expresión, la libertad religiosa, la libertad de vivir sin penurias y la libertad de vivir sin miedo.
A pesar de una guerra mundial y la dictadura de Fulgencio Batista –que no puede compararse a los horrores del Estado castrista–, Cuba vivió entre 1940 y 1958 una época dorada que la transformó en una de las sociedades más envidiadas del mundo.
El dogma comunista que se adueñó de Cuba en 1959 ha obligado a varias generaciones a creer que su auténtico desarrollo comenzó con Fidel Castro. Las siguientes declaraciones están dirigidas directamente al pueblo cubano:
- Hasta que no pongas fin al presente estado de cosas, tus hijos y los hijos de tus hijos, y millones que aún no han nacido, estarán condenados a sufrir como tú has sufrido.
- En la actualidad enfrentas la heroica tarea de eliminar los remanentes del castrismo. Para retomar el control de tu país, deberás retroceder en el tiempo y valerte de esas cualidades que son parte inconfundible del carácter cubano.
- Cuando tu viaje de descubrimiento alcance ese nivel, las dificultades que parecen insuperables (las relaciones con los Estados Unidos y el hemisferio, el reencuentro con la gente de la Diáspora cubana, las tecnologías que el estado de Castro mantiene ocultas…) estarán a tu alcance.
- La clave de todo es la protesta. La protesta debe ser continua. Los pequeños incidentes tendrán consecuencias mucho más grandes que las reuniones gigantes. No apuestes por el tamaño sino por la continuidad: Tu continuidad. Multiplica la actividad en tu entorno inmediato. No te preocupes por ganar. Juega por tablas. Tarde o temprano desmoralizarás a tus enemigos.
Y recuerda siempre que el tiempo está de tu parte, no de parte de ellos.