“Los dos grandes errores” de Fulgencio Batista fueron, según su hijo Roberto “Bobby” Batista Fernández, “el golpe de Estado del 52 y liberar a Fidel Castro en el 55”.
Así dijo durante una entrevista concedida al diario independiente 14ymedio, a propósito de la publicación de su libro Hijo de Batista (editorial Verbum). Con este volumen, el abogado nacido en Nueva York (1947) y que pasó poco más de una década en la isla, revisa la relación con su padre, un ejercicio que hizo “con mucho dolor y mucho desconsuelo”.
El libro, según la entrevistadora Yaiza Santos, no exonera a Batista, sino que “lo cuestiona críticamente”, por ejemplo, cuando su hijo reconoce que “estropeó” su trayectoria “al hacerse ilegítimamente con el poder” en Cuba.
A una pregunta de 14ymedio, Bobby Batista expresó sobre el legado de su padre, que “los dos grandes errores, los únicos que importan a la historia de Cuba”, serían “el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952”, y “haber liberado a Fidel Castro de la prisión de Isla de Pinos en el año 1955”.
“El Gobierno de mi padre, en su última etapa, convirtió a Cuba en la tercera potencia económica de la América de aquel entonces, eso hay que reconocérselo”, considera Bobby, quien, no obstante, dice que Fulgencio Batista “fue dictador, con poder absoluto”.
Para él, el último período gubernamental de su padre tuvo dos etapas: la iniciada con el golpe de Estado del 52 y que se extendería hasta el 54 (único espacio de tiempo en que lo reconoce como “dictador”), y otra a partir de 1954, cuando “lo eligen presidente”.
“(…) si bien es verdad que la oposición no acudió a las elecciones, sí había senadores y representantes de la oposición en las Cámaras de Cuba, y él restableció la Constitución de 1940 con todas las garantías. (…) Fue en ese período, tan fructífero, que [Batista] lanzó a Cuba a su prosperidad más grande conocida”, asegura su hijo.
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En la entrevista con 14ymedio, dice que “a veces se traspasaban los límites, pero hay que tener en cuenta que en aquella Cuba había elementos muy perturbadores, sabotajes en las ciudades, atentados, una oposición que continuamente abogaba en contra del Gobierno, y se creó un orden público completamente desesperado. En una Cuba que prácticamente ya había entrado en una guerra civil se cometieron atropellos por ambas partes”.
Negó que fuese verdad, “como llegó a decir la revista Bohemia y después se desmintió”, que Fulgencio Batista haya ocasionado 20 mil muertos.
“Entre un bando y otro no se ocasionaron más de mil, y eso también está probado”, refiere Bobby. También negó relación de su padre con la mafia italoamericana.
“La figura pública de mi padre ha sido en un 80% o más producto de la propaganda castrista. (…) Es más, hay un trabajo académico de un profesor de historia en una universidad de New Jersey donde se prueba que Batista no tuvo nada que ver con la mafia. Esta ficción hollywoodense dio lugar a interpretar a mi padre de una manera que les convenía, porque a la propaganda castrista le venía muy bien crear la imagen de un Batista mafioso”.
El autor del libro recién publicado por la española Verbum, habla de su padre como “un presidente, un político, un militar, que tenía luces y sombras”, que al interior de la familia fue “didáctico, noble, cariñoso, dulce, y que además sabía mandar. Él te miraba y con su mirada ya sabías perfectamente lo que tenías que hacer (…)”
Según Bobby, luego de la huida de su familia de Cuba ante el avance del Ejército Rebelde “la gente se volcó en nuestra contra, y mucha gente que era partidaria nuestra o amigos nuestros, incluso muy allegados, nos volvieron la espalda”.
“Los que antes, como buenos amigos, daban un banquete o un homenaje a mi padre, se encontraban después con mi madre en el ascensor de un hotel de Nueva York y no la saludaban. Esa angustia perduró conmigo en mi tardía adolescencia y en mi juventud, durante muchísimos años. Al cabo de aproximadamente diez años de la salida de Cuba, la cosa empezó a suavizarse y la gente nos trataba de otra forma”, rememoró el hijo de Batista.
Entre los datos curiosos que se mencionan en la citada entrevista, está el hecho de que, a pesar de la alegada dependencia política de Fulgencio Batista del gobierno estadounidense, murió sin que le concedieran visado.
“Una persona que fue recibida por el presidente Roosevelt, no una vez, sino dos veces, (…) y que a lo largo de toda su trayectoria política, se puso al lado de Estados Unidos, sin permitir, eso sí, que tuvieran injerencia en Cuba... Fue muy doloroso para él pensar que ese país, que podía acoger a tanta gente de ideología contraria a la democracia americana, no le concediera el respeto que se merecía”, lamenta Bobby Batista.