El castrismo quiere cerrar la puerta que abrió Luis Manuel Otero

Otero se ha dedicado a abrir algunas de las puertas que conducen a la libertad, y el castrismo no quiere que continúe haciéndolo ni que otros cubanos sigan su ejemplo. Terminarían por abrir todas las puertas
 

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El castrismo no negocia con los cubanos. Como dictadura totalitaria al fin, es más de imponerse que de convenir o consensuar. Hasta ahora nunca lo ha hecho, nunca ha revindicado los reclamos del pueblo, ni ha dado derecho a réplica ni ningún otro derecho a quienes disienten.

Ceder en materia de derechos humanos va en contra de los intereses del gobierno cubano, porque todos atentan contra su existencia; como régimen de corte fascista, su principal herramienta ha sido el uso de la fuerza: para intimidar, someter, o eliminar a cualquier persona que se le oponga.

Esa misma fuerza fue la que utilizaron los agentes de la Seguridad del Estado el 2 de mayo para sacar de su vivienda al artista Luis Manuel Otero Alcántara, quien se encontraba en el octavo día de una huelga de hambre y sed. La protesta pacífica del líder del Movimiento San Isidro (MSI) no era más que el último recurso contra la violencia que desde noviembre el régimen ejerce –con más intensidad– sobre él, para hacerlo desistir de su empeño de hacer de Cuba un mejor país.

Ahora, también por la fuerza, lo tienen retenido en el Hospital Universitario “General Calixto García”, en el vedado habanero; la misma fuerza que mantiene cerrada su casa, sede del MSI, la número 955 de la calle Damas, en la barriada pobre de San Isidro.

Luis Manuel Otero Alcántara es ese joven cubano, de 33 años, artista, negro, de pueblo, que ha sabido ganarse el amor y el respeto de muchos. Si hasta ahora Cuba y el mundo no sabe a ciencia cierta qué está sucediendo con él, es porque en los últimos años se ha dedicado a abrir algunas de las puertas que conducen a la libertad, y el castrismo no quiere que continúe haciéndolo, y que otros cubanos, sobre todo otros jóvenes, sigan su ejemplo. Terminarían por abrir todas las puertas.

Durante ocho días Luis Manuel estuvo muriendo en su casa en esa huelga de hambre y sed, por sus derechos, pero también por los de todos los cubanos. Si el régimen no lo libera todavía de ese forzado ingreso hospitalario, puede suponerse que se debe a que nunca depuso su huelga de hambre, o a que ha retomado la huelga de sed, porque la dictadura no ha cumplido con sus demandas, como no lo ha hecho nunca con las de otros miles de cubanos durante estos 62 años.

El castrismo no le ha dejado más opción a Luis Manuel, pero él tampoco se la ha puesto fácil al castrismo. En su afán de querer abrir todas las puertas derribó una que la dictadura difícilmente vuelva a cerrar: la del amor a la libertad. La historia de Cuba recoge que cuando esa puerta se abre, el cambio es inevitable.

Escrito por Abu Duyanah

Escritor y fundador de OnCrítica Ediciones. Periodista en La Voz del Islam en Cuba y en ADN Cuba.

 

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