Sustituyen hornillas de programa de Fidel por falta de piezas de repuesto

En Guantánamo las hornillas fidelistas de la Revolución Energética están siendo sustituidas por falta de piezas de repuesto, una realidad que echa por tierra otro de los dislates del "gran líder"
Módulo de cocina de inducción y su menaje./Foto tomada de Venceremos digital
 

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Que la Revolución Energética era otro de esos programas descabellados de Fidel Castro estaba más que cantado. La cocción de alimentos y los electrodomésticos que cada cual usa no es algo que deba ser controlado plenamente por Estado alguno.

Vale que se fomente la comercialización y empleo de equipos más eficientes, en aras de reducir el gasto energético, pero ello fluye por sí mismo con el normal desarrollo de las dinámicas tecnológicas y mercantiles y no por una férrea voluntad política carente de un basamento real e infraestructuras adecuadas.

Los sistemas económico y comercial cubano no han sido capaces de sostenerse en el largo plazo desde que iniciara la llamada Revolución y otra prueba más de ello está precisamente en el fracaso en el tiempo de esa aventura que fue la Revolución Energética del comandante.

Más rápido de lo que el más escéptico previera, e incluso antes de que fueran pagados por muchos, los “novedosos” equipos introducidos forzosamente en los hogares empezaron a fallar o perder su vida útil y chocaron con una dura realidad: la falta de piezas de repuesto y de estructuras adecuadas para mantenerlos funcionando eficientemente por más tiempo.

Recientemente la prensa oficialista da cuenta de un nuevo episodio demostrativo del fracaso de los “equipos electrodomésticos revolucionarios”. Un episodio que no es nuevo, ya que rastreando en los medios oficiales se comprueba la larga data de la problemática y la demora y falta de integralidad de las supuestas soluciones.

“Habrá un antes y un después de la Revolución Energética de Cuba”, decía Fidel en 2006. La realidad parece darle la razón, mas no en el propósito anunciado por él y en los resultados que quizás esperaba.

En Guantánamo, unas ocho mil 400 cocinas de inducción con su set de menaje (sartén, cacerola y jarro) ya han tenido que entregarse (venderse) a las familias en sustitución de las hornillas de espiral del programa energético fidelista, ante la persistente falta de resistencias para su reparación.

Así lo reporta el diario digital Venceremos, que sostiene que “las cocinas de inducción constituyen una variante atractiva para las familias cubanas, por su eficiencia energética 30 por ciento mejor que las hornillas de espiral, fácil manejo, y mayor confort y durabilidad”.

“Es un nuevo paso para dotar a la población de mejores equipos de cocción de alimentos, y contribuir al ahorro de energía eléctrica”, dice el diario, quizás para restar peso al motivo principal de la sustitución, el cual no elude, pero tampoco dimensiona en su totalidad.

Las hornillas fidelistas, como otros equipos, tienen que decir adiós y no sólo en Guantánamo, sino en todo el país. Su despedida no está tan motivada en el hecho de que el Gobierno quiera seguir modernizando la cocción de alimentos en los hogares, sino en la falta de piezas de repuesto para mantener funcionando equipos cuyos mejores años quedaron atrás.

Algo similar sucederá con los nuevos módulos, puesto que todo se va perfeccionando y sustituyendo en el mercado, sin que haya que emprender revoluciones energéticas o imponer la compra o sustitución de equipos por unos específicos. Hasta que los cubanos comunes no puedan comprar lo que realmente necesitan o quieran, situaciones como estas persistirán, cargándole además las exigencias a un Estado incapaz de garantizar todo lo que pretende controlar y regular.

 

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