Se sabía que la coyuntura no sería una serie de una sola temporada. La economía de Cuba es muy frágil y dependiente de otra también poco sólida, la venezolana, por lo que lo vivido en septiembre del pasado año se supo desde el principio que sería apenas el anticipo de episodios más dramáticos.
En estos días, cual anticipo de lo por venir, se conoció que escasearán los productos de higiene y aseo hasta abril, y un poco antes se “reprogramaron” los ciclos del gas licuado, fuente de cocción de un gran número de hogares cubanos.
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Es así entonces que vemos cómo algunas de las medidas instrumentadas durante la eufemísticamente nombrada coyuntura, una crisis en toda regla, corta, pero crisis al fin, pasarán a formar parte de la precaria cotidianidad de la isla, sobre todo en sectores como el transporte.
En ese sentido, un reciente reporte de Radio Coco, emisora de la capital cubana, orgullosamente expone que en La Habana Vieja “aún se mantienen y fortalecen las medidas aplicadas durante el mes de septiembre, cuando el país se vio obligado a disminuir el consumo de combustible”.
La jefa de Transporte en el municipio, Soledad Sotolongo Sánchez, ofreció declaraciones al citado medio sobre cómo se organiza el trabajo, al tiempo que convocó a la solidaridad de los transportistas con la población.
“La situación con el transporte en la última etapa se ha visto bastante afectada. No obstante, desde nuestra dirección provincial se han tomado un grupo de medidas para garantizar la transportación de personas”, dijo Sotolongo, cuyas palabras demuestran que la coyuntura y las botellas forzosas y solidarias a ella asociadas vuelven a las pantallas de la realidad diaria, si es que alguna vez se fueron del todo.
Cierto es que el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, afirmó que la solidaridad de los autos estatales tenía que ser una política que se mantuviera en el tiempo, pero el hecho de que una funcionaria municipal detalle medidas a los medios de comunicación evidencia que se está previendo una nueva etapa de escasez, para la cual es mejor estar preparados, en aras de reducir un poco el caos que ello significará para el transporte.
“Estamos incluso, desde el punto de visto de la movilidad de la población, reubicando a nuestros inspectores en las paradas y los puntos de acceso importantes de nuestro municipio, lo cual nos ayuda a la transportación… Hemos dotado a cada uno de los inspectores de tablillas y chalecos para que puedan identificarse e incidir en los autos estatales, para que nos ayuden a transportar a la población”, agregó Sotolongo, que también convocó a la solidaridad de los conductores de vehículos estatales; una solidaridad mandatada, que a más de uno molesta, guste reconocerlo o no.
“Es importante que los choferes de autos estatales y de empresas concienticen que es importante que ese auto, que es del Estado, no transite vacío. Es un llamado importante que está haciendo el país, siguiendo las palabras de nuestro presidente Díaz-Canel”, concluyó la funcionaria, dejando más que claro que lo importante es estar preparados para el eventual regreso, quizás inmediato, de la coyuntura, las botellas y otros demonios.