Oficialismo ataca de nuevo: los "coleros" tienen la culpa de la escasez

La mala gestión del castrismo ha dejado a los cubanos en el estado en que están: peleándose por las migajas que llegan a las tiendas
 

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Suena a disco gastado eso de culpar a los “coleros” y acaparadores por la escasez en Cuba. Pero los voceros del régimen no se detienen: incansables, prosiguen con su aburrido lamento. Como en otras ocasiones, esta vez hicieron algunas entrevistas para pintar de aprobación popular la conocida monotonía sobre la desorganización de las colas.

Un breve reportaje del Noticiero, entrevistó a algunos cubanos, quienes la emprendieron contra las personas que las organizan —manipulándolas para su provecho— y los acaparadores, quienes compran sin pensar en los demás, sólo en ellos, pues tienen dinero suficiente para hacer lo que les da el mote: acaparar.

Claro que son rostros del egoísmo y la insolidaridad, pero no son la raíz del problema, como sabe cualquier persona con entendimiento. El origen del mal es el sistema económico —en realidad “el relajo”, porque allí nunca hubo “sistema” desde 1959, como aseguran los especialistas. La mala gestión del castrismo ha dejado a los cubanos en el estado en que están: peleándose por las migajas que llegan a las tiendas.

El reportaje de marras habla de revendedores, alimentos que se pierden en el mercado negro y reaparecen, lo mismo en Cayo Hueso que Palma Soriano, a precios exorbitantes y, claro está, de los policías que persiguen y arrestan a los coleros, para edificación del pueblo hambriento. Pero la escasez continúa.  

Se ha vuelto hábito responsabilizar a estas personas, víctimas y victimarios de la pobreza y la falta de bienes básicos. A fines del mes pesado un medio de prensa conocido por inventar campañas disparatadas a favor del régimen culpó justamente a la mala organización de las colas por las tiendas vacías.

“La persistencia de las colas se pudiera achacar de forma coyuntural a la escasez de productos básicos provocada por el aumento del bloqueo estadounidense”, asegura el portal web Cuba Sí, pero “una mirada desde dentro de las colas hace evidente que hoy el principal problema no es que no haya productos en venta, que con frecuencia los hay, sino el acceso físico a poderlos comprar”.


“Que con frecuencia los hay…”, el problema es que al pasar dentro de las tiendas desaparecen y nadie los vuelve a ver.

A juicio de quien perpetró el texto, cuando no hay productos es culpa del bloqueo, y cuando nadie los encuentra es porque afuera se forma “un cuello de botella” y ya al entrar las mercancías desaparecen. Dicho coloquialmente, las puertas son demasiado estrechas y pocos pueden pasar a los templos cubanos del consumo.

El problema es que, además de los fideos mágicos, que desaparecen sin previo aviso, y la chusma —nada más faltó decirlo—, que se aglomera frente a las puertas estrechas, el gobierno repartió mal las tiendas por todo el país. Dice el periodista que hay que imitar al sistema de salud, cuyos hospitales están bien ubicados. De seguro así los cubanos tendrán la carne, las verduras y el papel higiénico que falta.

Pero, previendo que los frijoles y las botellas de aceite van a mantener esa rara conducta de esfumarse como Matías Pérez, el periodista advierte, como sin quererlo, que las colas van a continuar, porque las tiendas “ya las han asimilado”. 

“La permanencia del bloqueo, la situación financiera, el reinicio del turismo en medio una previsible crisis mundial, son condiciones generales con las que el país va a seguir lidiando. No contaremos por ahora, como hemos tenido antes, con una cierta abundancia que disimule la ineficiencia, la dispersión y el mal aprovechamiento de esa red comercial”.

“Como hemos tenido antes…”. ¿Antes del 2020, de la caída del campo socialista, del triunfo de 1959 o de la Toma de La Habana por los ingleses? Es necesario precisar antes de qué. Y de paso, qué se entiende por “abundancia”.

 

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