La suspensión de todas las actividades religiosas en Cuba durante Semana Santa a causa de la pandemia de coronavirus que ya ha provocado 288 infecciones en la Isla, también afectará la tradición de acudir a las iglesias, recibir una hoja de palma bendecida por el cura y ponerla detrás de la puerta a modo de protección.
Este año, la pandemia de Sars-CoV-2 causante de la COVID-19 ha provocado que los obispos desde el Vaticano hasta la Isla oficien sus misas sin la presencia de fieles.
El primero en dar el ejemplo fue el papa Francisco, que este domingo dio inicio a los ritos de la Semana Santa con la celebración litúrgica de un Domingo de Ramos especial, pues ha tenido lugar en el interior de la Basílica de San Pedro y no en la plaza vaticana, como es habitual, y no ha contado con fieles por la crisis del coronavirus, de acuerdo con la agencia española de noticias EFE.
"El drama que estamos atravesando nos obliga a tomar en serio lo que cuenta, a no perdernos en cosas insignificantes, a redescubrir que la vida no sirve, si no se sirve. Porque la vida se mide desde el amor. De este modo, en casa, en estos días santos pongámonos ante el Crucificado, que es la medida del amor que Dios nos tiene", dijo Francisco durante la homilía.
Acompañaron al papa solo un reducido grupo de religiosos, que respetaron en todo momento la distancia de seguridad, y la liturgia se celebró en el altar de la Cátedra de la basílica de San Pedro, y no bajo el baldaquino.
Esta será una Semana Santa particular que Francisco celebrará sin fieles y quienes quieran participar tendrán que hacerlo desde sus casas, a través de los medios de comunicación o las redes sociales.
La emergencia del coronavirus, que en Italia ha causado más de 15.000 muertos, ha obligado al Vaticano a adoptar medidas de prevención para evitar contagios y ya en marzo se decidió cerrar la plaza y la basílica vaticanas de forma temporal.
El pasado 27 de marzo, Jorge Bergoglio impartió una histórica bendición "Urbi et Orbi" ―a la ciudad y al mundo― desde una plaza de San Pedro del Vaticano totalmente vacía de fieles, y esa imagen se ha repetido este Domingo de Ramos.
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Aquel día, fueron llevados hasta el Vaticano la imagen de la Virgen Salus Populi Romani, que habitualmente se guarda en la Basílica de Santa María la Mayor, y el Cristo crucificado de la Iglesia de San Marcello, y ambos se colocaron hoy en el altar, pues se han convertido ya en el símbolo de la oración del papa para pedir que se erradique esta pandemia.
El interior de la basílica también fue decorada con algunos olivos y palmas.
El papa ofreció una homilía en la que pidió a la gente que evite sentirse sola y se aferre a la fe en estos momentos de dificultad.
"Cuando nos sintamos entre la espada y la pared, cuando nos encontremos en un callejón sin salida, sin luz y sin escapatoria, cuando parezca que ni siquiera Dios responde, recordemos que no estamos solos", expuso.
"Hoy, en el drama de la pandemia, ante tantas certezas que se desmoronan, frente a tantas expectativas traicionadas, con el sentimiento de abandono que nos oprime el corazón, Jesús nos dice a cada uno: 'Ánimo, abre el corazón a mi amor. Sentirás el consuelo de Dios, que te sostiene'", añadió.
Francisco pidió a los fieles de todo el mundo que contacten al que sufre, "al que está solo y necesitado".
Y envió un mensaje a los más jóvenes: "Mirad a los verdaderos héroes que salen a la luz en estos días. No son los que tienen fama, dinero y éxito, sino son los que se dan a sí mismos para servir a los demás".