El gobierno decidió, a pesar su postura en las últimas semanas, que no era conveniente que siguieran llegando turistas a Cuba. Hasta hace pocos días, agencias de turismo como Havanatur seguían convidando a vacacionar en la isla, pero tras la presión ciudadana en las redes sociales, el régimen asumió que ya era tiempo de cerrar el acceso al país y dejar abiertos los aeropuertos solo para el regreso de los nacionales. Esta medida, comunicada por Díaz Canel, fue bien recibida por la opinión pública. Otras medidas inteligentes, y equiparables a las tomadas por otros gobiernos, favorecen a los trabajadores por cuenta propia, que ya podrán suspender sus licencias sin tener que cancelarlas definitivamente. Es decir, podrán mantener su estatus, pero no tendrán que pagar impuestos mientras no tengan ingresos suficientes. Este recurso, totalmente razonable en tiempos de crisis, hasta el momento solo podía usarse si había una situación personal muy crítica. Es una buena idea que resuelva o ayude a resolver una crisis colectiva. Si bien el régimen no ha regulado el aislamiento social, en esa comparecencia sí sugirió que aislarse sería conveniente. El debate sobre este asunto sigue vigente en las redes sociales.
Cientos de cubanos que viven en países más afectados hasta ahora por el nuevo coronavirus están exponiendo las experiencias de España, Italia o Estados Unidos, que optaron por un aislamiento reglamentario cuando ya la epidemia había avanzado. En Cuba, con el desabastecimiento habitual, es improbable que podamos apostar por un aislamiento total. Sin embargo, la gente ya empieza a aislarse.