El gobernante cubano, Miguel Díaz-Canel, volvió a pedir que se inicie un diálogo con el gobierno de Estados Unidos.
"Nosotros defendemos que podemos tener una relación civilizada con Estados Unidos, que además es un país vecino, pero tiene que ser sobre la base de iguales, nos tiene que tratar de iguales, tiene que respetar nuestra soberanía, tienen que respetar nuestra autodeterminación", expresó Díaz-Canel a medios extranjeros acreditados en la isla.
"Pueden estar seguros que nosotros ni nos vamos a rendir, ni nos vamos a dejar mancillar, ni nos vamos a arrodillar. Y tenemos la fortaleza y el apoyo de la población y creo que es un pueblo que ya está curtido en todos estos espacios", agregó.
Asimismo, el gobernante del régimen dijo que de "manera ridícula" el gobierno norteamericano impone sanciones casi todas las semanas a la isla y después "utiliza un lenguaje manipulador".
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La semana anterior, Díaz-Canel calificó de “mentiras” que Estados Unidos se abra al diálogo si Cuba cede a sus presiones en una visita que realizó a la oriental provincia de Las Tunas.
“A veces llegan las ideas de que, si abandonamos una posición u otra, si abandonamos la solidaridad, el apoyo, para nosotros se abrirían las puertas y eso es una mentira”, dijo el mandatario.
Con el aumento de sanciones tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y una crisis económica rampante en la Isla, el régimen persiste en su política de intransigencia. Al mismo tiempo, muestran la desconfianza hacia Washington, luego de haber ganado terreno con el presidente Barack Obama.
Aun así, Díaz-Canel dijo que Cuba no dejará de enfrentar las medidas de “hostigamiento” con “serenidad” en lo interior, e incluso de “avanzar en el restablecimiento de las relaciones con Estados Unidos” en lo exterior, pero en base al “respeto mutuo” y sabiendo que siempre habrá “diferencias ideológicas”.
El gobierno de Trump argumentó que quiere privar al ejecutivo cubano de los recursos para oprimir a su pueblo. La gente en la isla asegura que están siendo seriamente afectados en su vida cotidiana.
Restricciones de viajes a los ciudadanos estadounidenses para dañar al turismo, limitaciones a los viajes aéreos, incluyendo los chárter que utilizan los cubano-estadounidenses, suspensión de cruceros y la habilitación para que empresas de terceros países puedan ser enjuiciadas por operar con Cuba, son algunas medidas tomadas por Washington.
La población sufre un suministro irregular de combustible y de diversos productos, dejando vacíos las tiendas y causando largas filas, una situación que se suma a los propios problemas de ineficiencia de la isla para fabricar muchos bienes que los cubanos necesitan.