El destacado crítico cinematográfico cubano Juan Antonio García Borrero negó que los activistas del Movimiento San Isidro (MSI) que hoy cumplen cuatro días en huelga de hambre y más de atrincheramiento en su sede de La Habana Vieja sean “mercenarios”, como al oficialismo le gusta acusar para deslegitimar cualquier manifestación de oposición o reclamo al régimen.
“Son pocos los individuos que en el mundo asumen acciones de ese tipo: ningún ‘mercenario’, debemos dejarlo claro, haría algo así”, escribió García Borrero en un post en su perfil de Facebook, donde lamentó la ausencia de información oficial sobre la protesta del MSI en favor de la liberación de Denis Solís.
Según detalló, él personalmente tampoco emprendería una huelga de hambre o acciones que pongan en peligro su vida. “Creo que para cambiar las cosas que se tienen que cambiar hay que, ante todo, estar vivos. Y más en estos tiempos donde lo que hoy es una noticia viral se olvida de modo escandaloso en menos de una semana, quedando todo peor de lo que estaba antes”, comentó.
“Para mí la vida es patinar todo el tiempo sobre una guillotina que, al final del juego, sabemos nos corta la cabeza. Nadie sale ileso. Pero lo que vale es la intensidad de ese juego donde jamás deberíamos entregar de modo pasivo la cabeza”, afirmó el intelectual, que a raíz de lo que ha leído sobre el tema en las redes sociales y medios alternativos dice estar “ahora mismo” en San Isidro, “junto a ese grupo de personas”.
“No alentándolos a que mueran, sino a que vivan y sigan defendiendo sus derechos”, subrayó.
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García Borrero sabe que podría pretender no enterarse de nada de lo que sucede, como hacen muchos artistas, intelectuales y ciudadanos cubanos de cualquier índole. Podría seguir escribiendo sobre cine, sobre su premio de Ensayo en la revista Temas - en la modalidad de Estudios sobre Arte y Literatura- o sobre la reciente muerte de la reconocida actriz Broselianda Hernández.
No obstante, de hacerlo, “no me perdonaría no alertar sobre el peligro de muerte que corren ahora mismo un grupo de personas que no conozco, y que probablemente no piensen de la misma manera que pienso yo, pero que son seres humanos. Así, sin apellidos, sin etiquetas ideológicas ni camisas políticas: seres humanos”, sentenció, al tiempo que reconoció sentir “un enorme respeto por aquellas personas que deciden sacrificar de ese modo sus vidas en nombre de sus ideales y su libertad individual”.