Carta abierta de un cubano que estuvo en las UMAP a Mariela Castro

En polémicas declaraciones, la directora del Cenesex, Mariela Castro, alegó que las UMAP fueron "como una escuela al campo" en Cuba
 

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Luego de las polémicas declaraciones de la directora del Cenesex, Mariela Castro, alegando que las UMAP fueron "como una escuela al campo" en Cuba, varias personas han criticado su expresión, sobretodo aquellos que sufrieron en carne propia este momento de la historia.

En entrevista con el periodista Edmundo García, Castro negó que las Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP) habían sido "campos de concentración", calificadas así por investigadores y víctimas.

Entre 1965 y 1967 allí confinaron a la fuerza a unas 30 mil personas, principalmente por ser homosexuales, religiosos, desafectos políticos o intelectuales, para “reeducarlos” y que fueran útiles al nuevo orden comunista.

"Son un tema sobredimensionado y distorsionado", enfatizó Mariela Castro en una transmisión de YouTube del programa "La tarde se mueve".

A continuación ADN Cuba reproduce íntegramente la carta abierta publicada en redes sociales por Víctor Mozo, quien pasó por las UMAP.

Crabtree, 9 de mayo 2020

Carta abierta a la individua Mariela Castro Espín:

Individua:

Sí, me dirijo a usted como individua por lo despreciable que es, por su falta de humanidad, por su bajeza sin límites, por su falta de respeto hacia todos aquellos que directa o indirectamente, pasamos por los tristes campamentos de las UMAP.

Harto conocida es su manera de insultar, de vejar a través de sus palabras y gestos. De mi padre y de mi tío lo aprendí, debería argüir. Lleva usted en sus genes la peor de las semillas.

Para ponerla fácil en su entrevista cargada de mísera propaganda y dirigida nada menos por otro que bien baila como lo es el también individuo Edmundo García, dice usted, individua, que las UMAP es un asunto “muy sobredimensionado y distorsionado”. Se equivoca usted, miserable individua.

Compara usted los campamentos de las UMAP con las escuelas al campo. Habla usted de servicio militar obligatorio. Permítame reír para no llorar, aunque mi risa sea sardónica.

Permítame aclararle, primeramente, individua, usted que se llena la boca para defender a todos los homosexuales, sobre todo a aquellos que comulgan con sus mentiras y sus delirios de defensora de oprimidos, que los homosexuales en los campamentos de las UMAP eran la minoría y que ni ellos ni nosotros los heterosexuales nunca debimos estar allí.

Escuelas al campo dice usted, individua.

Como me recuerda mi buen amigo y compañero de infortunio en aquellos aciagos años 60 Pedro Bencomo:

"Era como una escuela al campo… excepto por la alambrada de púas, los guardias armados, las jornadas de trabajo de sol a sol, los castigos físicos y mentales, el aislamiento de nuestras familias, el hambre, la sed… ¿Servicio Militar? La ley del SMO establecía la edad entre los 16 y 27 años, en mi unidad los había de 16 hasta casi 60, teníamos de cuartelero permanente a un señor de La Habana, cojo y blanco en canas. Nuestro sanitario, Joaquín, era un antiguo enfermero del hospital psiquiátrico de Mazorra que ya tenía nietos".

Añado yo en mi campamento al pelirrojo cuarentón que le faltaban tres dedos en una mano, al epiléptico de Nuevitas, al testigo de Jehová que torturaban sin piedad. Escuela al campo dices, individua. Servicio Militar dices, individua.

Dice usted que fue su nada ilustre tío Fidel quien conjuntamente con el partido comunista y otros organismos hicieron una investigación que acabó con el cierre de las UMAP. La mentira tiene patas cortas, pero qué es la mentira para usted, individua. Para usted la mentira es como una prenda de vestir que se pone a diario. No, la UMAP terminó cuando gracias a un periodista canadiense llamado Paul Kidd y otras fuentes filtraron la verdad.

Todo lo que usted habla, todo lo que usted escribe o menciona, individua, sale directo de las cloacas más inmundas de su ser, de casta le viene al galgo, por supuesto. ¿Qué otra cosa puede esperarse de usted, individua, que usa el poder que le otorga una casta maloliente? ¿Que pida perdón? ¡Jamás, por supuesto!

Calificó usted recientemente de garrapatillas a aquellos que hacen activismo fuera de las instituciones estatales en Cuba. Mire usted, individua, fíjese bien, la garrapatilla es la proyección de usted misma y de toda una familia que desde hace 60 años le succionan la sangre a todo un pueblo.

Firman esta carta este servidor más los vejados, los suicidados, los torturados, los familiares que vivieron momentos de desasosiego y un gran etcétera. Muchos, como mis buenos amigos Luis Peix Riverón y José Pradas Casellas que ya no están entre nosotros.

 

 

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