Dos visiones distintas de las UMAP: Pablo Milanés vs Mariela Castro

Milanés comenta que lo “engañaron”, citándolo mediante un telegrama en el que decían que había sido elegido para “el Servicio Militar”
 

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El documental de Juan Pin Vilar (2017) sobre la vida de Pablo Milanés, disponible hasta este martes en la plataforma Vimeo, se ha vuelto tema de conversación en las últimas semanas sobre todo por las confesiones de Pablo respecto a su paso por las UMAP, que llamó campos de concentración. 

Milanés comenta que lo “engañaron”, citándolo mediante un telegrama en el que decían que había sido elegido para “el Servicio Militar”.

En realidad, “fui elegido para un campo de concentración. Me parece que aquello fue brutal para un muchacho de 23 años”, afirma.

Este metraje viene siendo una respuesta histórica ante las desafortunadas declaraciones hechas por la directora del oficialista CENESEX, Mariela Castro, a inicios de mayo, donde comparó las UMAP con escuelas al campo “donde la pasábamos de lo más bien”

Para Mariela esos centros a donde fueron condenados homosexuales, religiosos, artistas, no pueden considerarse campos de concentración y dijo que su misión estaba sobredimensionada.

"Son un tema sobredimensionado y distorsionado", enfatizó Castro en una transmisión de YouTube del programa "La tarde se mueve".

Milanés recuerda su estancia en dichos campos de trabajo forzado. Rodeado con guardias y sus bayonetas, uno a cada lado de las puertas de los autobuses en que arribaban cientos de personas. No tuvo tiempo según cuenta de despedirse ni de su esposa ni de su madre. 

El cantautor reconoció que los homsexuales fueron los más reprimidos en las UMAP. Una tarde los recogieron a todos -explica Pablo- a la misma vez en Camagüey y se los trasladó a auténticos getos.

“Fue una conclusión bastante macabra, lograron juntar a todos los que consideraban despreciables, en un campo de concentración”, es el juicio lapidario del célebre compositor.

ADN Cuba también reprodujo la semana anterior la carta abierta publicada en redes sociales por Víctor Mozo, quien pasó por las UMAP.

"Como me recuerda mi buen amigo y compañero de infortunio en aquellos aciagos años 60 Pedro Bencomo:

Era como una escuela al campo… excepto por la alambrada de púas, los guardias armados, las jornadas de trabajo de sol a sol, los castigos físicos y mentales, el aislamiento de nuestras familias, el hambre, la sed… ¿Servicio Militar? La ley del SMO establecía la edad entre los 16 y 27 años, en mi unidad los había de 16 hasta casi 60, teníamos de cuartelero permanente a un señor de La Habana, cojo y blanco en canas. Nuestro sanitario, Joaquín, era un antiguo enfermero del hospital psiquiátrico de Mazorra que ya tenía nietos".

 

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