El escritor y periodista Jorge Carpio denunció que el domingo 30 de mayo, la policía del régimen “reprimió” a golpes a personas que esperaban un autobús en el Parque de la Fraternidad, de La Habana.
“Anoche [domingo], la Policía Nacional Revolucionaria reprimió en el Parque de La Fraternidad. No es noticia, pero lo hizo. Multaron a personas mayores, por permanecer en la calle después del horario establecido; los más jóvenes pudieron escapar a la saña de sus perseguidores”, escribió el intelectual en un post de Facebook.
Según explicó, lo que sucedió fue que “simplemente esas personas de a pie esperaban una guagua que nunca apareció. Pero eso no lo tuvo en cuenta la policía, ellos no están para resolver los problemas del transporte”.
La escena relatada por el escritor pareciera de absurdo y pesadilla, pero es una dolorosa realidad para muchos cubanos humildes: “En la medida que se aproximaba la hora [del toque de queda] miraban el reloj, desesperados por cumplir la orden encomendada. A las nueve en punto salieron a reprimir, recordé los perros de la granja de Orwell, a una ciudadanía hambreada que esperaba ansiosa un transporte para llegar a casa”.
Carpio relata que “los policías no tuvieron compasión, se dispersaron por el parque, tonfa en mano, y capturaron satisfechos a sus presas amedrentadas. Los que pidieron explicación no fueron escuchados y los que alzaron la voz fueron conducidos a un camión y llevados para la unidad”.
Esa noche, a pocos metros del Capitolio nacional, “se escuchaban los gritos y los golpes de los represores a quienes se oponían. Gritos denigrantes y golpes duros. Los subían a la fuerza en los camiones, con mucha violencia, y los insultaban”.
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El escritor recuerda que “una mujer mayor, jubilada, cargada de bultos, de seguro con algo para los suyos, pedía clemencia, pero ellos decían que no. Si no tiene dinero para pagar la multa que se la paguen sus hijos, señora, le gritaban”.
Este intelectual está consciente de que “en tiempos de dictadura la policía no está para proteger a los ciudadanos. (…) Su función es velar por los intereses del estado; y, sobre todo, proteger a los mandantes que no esperan guagua en el Parque de La Fraternidad, ni hacen colas para llevarle algo de comer a la boca de sus hijos”.
A propósito de su denuncia, Carpio recordó que “el pasado año (…) la policía cubana asesinó a un joven, según ellos, porque estaba cometiendo un delito y agredió a los agentes del orden”.
“¿Cómo reaccionó la ciudadanía? Hizo silencio, un silencio bochornoso. Aunque algunos en la calle se hicieron eco de los medios de difusión, y repitieron que Hansel, el joven asesinado, era un delincuente”, lamentó.
“Los órganos represivos cubanos siguen arremetiendo, y cuando la víctima aguanta los golpes en silencio el maltratador se ensaña, embiste con más fuerza, todo el mundo lo sabe”, advirtió Jorge Carpio, quien fue testigo de la represión y lo vio todo escondido en un portal.