Una sorpresa de película fue la llegada de un camión cargado de pescado para la venta de forma liberada en el reparto 26 de julio, al sur de la ciudad de Holguín.
Según comentó en su cuenta de Facebook la usuaria Jennifer Rodríguez Ledea, el camión “vino vendiéndole a la población pescado a diez pesos la libra”. Un sueño en medio de la pesadilla de precios que se vive en el país.
Como es de suponer, alrededor del vehículo se formó la molotera en pos de adquirir el marítimo producto, causando que: “Delante de mí, compañeros compraron hasta 700 pesos y más de pescado”, dijo Jennifer, quien agregó que “lógicamente nos quejamos y ellos dijeron que era liberado”.
Al ver que venían tantos “amigos” de estos distribuidores a llevarse bolsos y sacos de pescado, los vecinos decidieron acudir en busca de ayuda a la patrulla 489, parqueada justamente al lado del carro.
“Le dimos las quejas del ‘acaparamiento’ y que de favor organizaran la cola para que nos vendieran solo 10 libras por personas…” Pero otro pasmo aguardaba a Jennifer y compañía cuando obtuvieron como respuesta policial que ellos: “… no estaban ahí para eso, solo para un desorden público”.
“¿Cómo que no, caballero, si nuestro presidente nos informó en la mesa redonda que había que poner mano dura con estos problemas?”, pero como sea, la petición de ayuda a los poli-compinches no dio resultado.
Jennifer detalló que siguieron haciendo la cola para tratar de comprar el escamado alimento, viendo cómo se llevaban el pescado por cantidades “desorbitantes” ante sus impotentes miradas.
“Las personas empezamos a quejarnos y como estaba cayendo la noche el carrero nos dijo que nos pusiéramos de cinco en cinco, que él se iba a correr hasta el poste de la luz para seguirnos vendiendo”.
Pero el desconcierto de Jennifer y sus convecinos no acabaría aún: “El carro se fue en nuestras narices, alegando que los policías los habían mandado a irse porque si no los metían presos”.
Al acercarse nuevamente a la patrulla para pedir explicaciones el asombro creció. Los uniformados dijeron que ellos no habían mandado a nadie a irse.
“…Se quedaron ahí parados, viendo cómo se iba el camión y miles de personas, como yo, hasta con niños en brazos, nos quedamos sin comprar”, argumenta la usuaria en medio de su indignación.
En un entorno donde se incita al odio contra revendedores, acaparadores y “coleros”, jugar con el hambre y las necesidades de un pueblo puede resultar peligroso, sobre todo ahora que la espada del coronavirus pende nuevamente sobre las cabezas de los holguineros.
Es evidente que patrulleros y pescaderos andaban de cómplices en esta escaramuza que burló a muchos necesitados, no sólo a Jennifer, quien ahora se pregunta:
“¿Entonces quién dice la verdad y quién dice mentira, por qué nos engañan? Alguien tiene que pagar por esto”.