Una ley que “libera la pesca”, tiene a los pescadores del litoral con la cabeza echando humo; siempre han soñado que los dejen pescar en paz, pero una ley firmada por Fidel en 1999, prohibía la pesca en el litoral desde embarcaciones rústicas.
Tato Veranes, de Playa Baracoa, recuerda que cada cierto tiempo las Tropas Guardafronteras realizaban redadas, en las que decomisaban botes, artes de pesca, el pescado, y les imponían multas a los corcheros. Cuando regresaba la calma, volvían a construir sus botes de poliespuma y salían al canto del veril a capturar peces.
“Dicen que eso ya se acabó, que se podrá pescar en paz, pero todavía no nos decidimos, porque no la tenemos en la mano”, dice Veranes.
Hace un año, para esta fecha, pescadores de Santa Fe, Jaimanitas, Playa Baracoa y otros sitios del litoral, daban testimonios de cómo les habían lanzados garfios desde “la Griffin” (embarcación de patrulla guardafronteras) para virarles los corchos.
Uno de los pescadores más famoso de Santa Fe, Nilo Ruiz, de 56 años, ostenta el título de haber capturado el castero más grande desde un corcho. Ruiz es también pescador submarino, y cuenta que estaba a veinte brazas persiguiendo a un serrucho, cuando sintió que jalaban arriba la cuerda de la boya.
“Subí a la superficie y me encontré a un policía en una moto acuática, me sacó a la orilla y me lo decomiso todo, hasta el cuchillo. Además me puso una multa, que pasé tremendo trabajo para pagar. Nosotros, los que vivimos del mar, hemos sufrido. Ahora dicen que se podrá pescar y vender el pescado. Serán muchos los que le entrarán al mar con furia”, comenta el señor.
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Joaquín Vázquez, hábil pescador de una vieja familia fundadora del pueblo, tuvo que dejar de pescar por el hostigamiento de las autoridades, y se dedicó a revender productos en la calle. Con la apertura anunciada se afila los dientes.
“Yo sé de unos cabezos a media milla, recto por el muro del ‘Marcelo’, donde debe haber un cebadero, porque hace tiempo nadie va por allí. Y en la misma entrada de Puesto de Mando de Guardafronteras, a quince brazas, debe haber guasas y cuberas grandes en los corales. Voy a barrer el mar en esa zona…”, explica.
Revendedores de pescado como Rubén y Pipe, opinan que tendrán trabajo. Ellos esperan en la orilla a los pescadores y salen por el pueblo, o en 5ta Avenida, con la pesca, y venden rápido el producto.
“El precio del pescado bajará si sucede eso. Es bueno para la gente, pero para nosotros no— dice Rubén—. Aunque tengo mis reservas con esta gente, porque dicen que hay una ley, pero uno no la ve por ninguna parte”.
Otro que está interesado por conocer la ley es Chichi, viejo patrón de barcos y pescador de larga data. Chichi recuerda que en su niñez pescar era un oficio, que alimentaba a las familias y les daba sustento. Pero luego todo cambió.
“Aunque fuera ilegal, muchos continuamos en nuestros oficios: pescar. Si la vuelven legal entonces podremos trabajar en paz. También desaparecerá la absurda división del mar que hay actualmente en Jaimanitas, donde los pescadores se han repartido el mar por zonas. También puede que en algunas franjas del mar desaparezcan especies, porque lo que va a caer sobre la fauna marina será duro. Todos los noviembres llega una arribazón de pulpos crías, que vienen a crecer cerca a la costa; la gente los espera y hacen zafra con ellos, no dejan ni uno…”, comentó.