Al régimen cubano, que se ha empeñado durante 61 años en controlar todos los aspectos de la vida económica del país, no debería extrañarle que los habitantes de la Isla le reclamen las deficiencias que padecen en sectores como la gastronomía y los servicios.
La gente en Cuba, con toda razón, reclama al Estado por asuntos menores como el mal funcionamiento de la peluquería del barrio, o el maltrato al consumidor en una pizzería, pues sucede que en el caso de la Isla, el Estado controla la economía absolutamente, impone y regula precios, y dicta normas al detalle para todas las actividades de la vida económica nacional, incluso para aquellos que ejercen llamado “trabajo por cuentas propia”.
Para acercarnos a este tema fuera de la capital, un equipo de ADN Cuba indagó sobre las ofertas gastronómicas y la satisfacción de la población en Santa Isabel de Las Lajas, Cienfuegos, el “rincón querido” del cantante Benny Moré.
“En Lajas hay solo dos o tres locales de gastronomía; la pizzería, un restaurante, y han puesto algunos negocios particulares”, comentó el joven Ariel Hernández, cuentapropista dueño de una heladería en el pueblo.
Luis Isidro Hernández, otro trabajador privado, consideró que la gastronomía en Lajas tiene las mismas características que en otros lugares: “hay pocos lugares del Estado”. El hombre se refiere a las cafeterías y restaurantes estatales que una vez fueron la mayoría, con precios asequibles a la población aunque la calidad y variedad de sus ofertas siempre fueron cuestionadas.
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En “el Ranchón” (un restaurant estatal de Lajas), por ejemplo, “casi no se vende nada”, cuenta Luis Isidro, y señala que los establecimientos privados casi siempre están vacíos porque resulta “un poco caro” comer allí. “Allí no puede ir todo el mundo, y los del Estado, no tienen nada”, concluye.
Por el contrario, Daymi Yero Vázquez, una trabajadora del Gobierno local, opina que la gastronomía “no es mala”, pero sí tiene deficiencias en cuanto a la calidad.
La joven añade que “sobre todo cuando hay fiestas”, suele haber ofertas variadas, aunque llegan gracias a trabajadores por cuenta propia. En ese sentido, le gustaría que mejorara la oferta estatal, con mayor variedad de productos.
Rolando Espín, un jubilado, es tajante al respecto: para él la gastronomía está “por el suelo”. Y Alexis Darío Cruz, trabajador independiente, dice que está “más o menos”, pero enseguida agrega un “está malísima…” que nos remite al estado real del asunto.
“La gastronomía está bastante floja (…) porque tiene muy pocos recursos”, agrega Flores Herrera, otro jubilado del pueblo. El señor se quejó de que cuando sacan algo, enseguida se acaba, y además los precios
Aunque en otro esquema de mercado las cosas podrían funcionar mucho mejor, estamos frente a un gobierno totalitario que sabe que ante el mínimo gesto de apertura económica y prosperidad, los cubanos que ahora viven atentos a la comida del día, podrían comenzar a exigir en serio cambios políticos, que definitivamente no agradarán a la élite del Partido Comunista.