La Seguridad del Estado coordina tras bambalinas a los grupos que realizan actos de repudio contra opositores dentro de un esquema llamado “batallón UJC-MININT”, aseguró un exagente entrevistado por CubaNet.
Según Dannier Nocedo, que ahora es crítico del sistema, durante cinco años se desempeñó como jefe del “batallón” en Las Tunas. Su labor era confundir con falsos testimonios a los jóvenes militantes comunistas para utilizarlos contra activistas independientes de la sociedad civil.
Como declaraban los informes de las organizaciones opositoras, en efecto, quienes vigilan a los disidentes en sus casas no son miembros de “la Seguridad”, sino jóvenes colaboradores, aunque un oficial de la policía política está al frente al operativo, aclaró Nocedo.
“El batallón UJC-MININT” se encarga “de hacer chequeos, levantamientos, investigaciones. Se usa también en los cordones de seguridad de los desfiles por el Primero de Mayo, por ejemplo, y puede ser usado como seguridad personal por la visita de algún dirigente a la provincia”, agregó.
Ciudades como La Habana y Santiago de Cuba —donde se concentra la actividad disidente— son objetivos prioritarios de "la Seguridad", donde hay más recursos humanos y materiales desplegados para reprimir.
“Incluso, hay un oficial en La Habana que atiende el batallón a nivel nacional. El que estaba cuando yo fui miembro era Juan Carlos, alias ‘El Chino’. Se encuentran en toda la Isla, donde quiera que ocurra un acto de repudio ahí están”, especifica Nocedo.
Una de las actividades rutinarias de esta organización paramilitar es dejar sin apoyo a los disidentes. Los miembros del “batallón” y sus coordinadores de la policía política se encargan de amedrentar a los vecinos para que, el día del acto de repudio, nadie los defienda.
“Un miembro del batallón se acerca al barrio, visita al presidente del CDR, le pide un cederista de confianza y se acerca a los demás a hacer falsas historias sobre el opositor; así cuando se vaya a hacer un acto de repudio (los demás) van a salir en contra de esa persona sin saber si es verdad o mentira lo que le dijeron y en defensa del régimen”.
Nocedo confirma historias ya conocidas y denunciadas por la sociedad civil independiente, en las cuales participó él mismo o tuvo noticia por comentarios de otros “compañeros de batallón”: Los actos de repudio, en su provincia Las Tunas, solían terminar en golpizas y enfrentamientos sumamente violentos entre los represores y los opositores.
Así comenta uno de los actos de repudio a CubaNet: “apenas los activistas se bajaron de la pachanga ya había grupos represores esperándolos y les dieron tremenda entrada a golpes: a uno tuvieron que cogerle puntos en la lengua y a otro le hicieron un ultrasonido porque le dieron tan fuerte en el vientre que escupía sangre”.
El remordimiento —según narra él mismo— lo llevó a salirse de ese aparato infernal. Entonces comenzó su propio calvario: lo expulsaron de dos trabajos y, en una entrevista con sus antiguos jefes, lo amenazaron con la cárcel.
“En una entrevista que tuve con el mayor Esneider Galindo Silva y el capitán Darío me amenazaron con mandarme a prisión y también a muerte. Me dijeron que como yo no estaba trabajando, caer preso era fácil; que me condenarían por ‘peligrosidad’ y que al entrar a prisión y los reos enterarse que yo había trabajado para la Seguridad del Estado, atentarían contra mi vida”.
Actualmente, Nocedo es coordinador de opositora en Las Tunas y dijo estar arrepentido por todo lo que hizo.