Randy es alumno de sexto en una escuela primaria y sus padres cumplen misión médica en el extranjero. Quedó al cuidado de su abuela y su hermana, pero como nadie monitoreaba sus actividades escolares, Randy se atrasó y es el alumno de peores resultados académicos del grupo.
Su hermana, que está en octavo grado, tiene sus propios problemas y no pudo con el encargo de cuidar a un hermano que no la obedece. Fue llamada a la escuela en enero, para hablar de lo mal que estaba Randy en las clases. Aunque se comprometió a repasarlo, no recuerda nada de sexto grado, incluso tiene problemas con el octavo que está cursando.
La abuela tomó cartas en el asunto y se pudo dura, obligó al nieto a seguir las teleclases en la televisión. El nieto le dijo que sí, “no te preocupes abuela”, pero a esa hora se encierra en el cuarto a jugar Play Station.
Otro con problemas de amparo paterno producto de misiones médicas es Mario, de tercer grado, también bajo la custodia de su abuela. Ambos padres están en Venezuela como médicos y no pueden regresar hasta que no pase la pandemia. Por suerte Mario no está mal en la escuela, su problema es otro: la obesidad que presenta producto al desorden alimentario impuesto por la anciana, dulces, galletas y panes a todas horas.
“El niño es de buen comer”, dice la anciana, “es verdad que está gordito, pero ya sus padres, que son nutricionistas, le pondrán una dieta rigurosa cuando regresen de la misión. ¿Verdad mi bolita? ¿Quién es el chachito de abuela?”, le dice con ternura la abuela, mientras le da otra galleta.
En momentos de pandemia, Cuba ha incrementado el envío de personal médico a otros países para ayudar a combatir la COVID-19, entre ellas la doctora Iris Fresneda, que estuvo dos años en Timor del este en 2005 y se propone con esta misión asegurar el dinero de su retiro y traer algunas cosas que le faltan en la casa, como un televisor y un frízer.
La brigada médica en Sudáfrica, compuesta por un grupo de 217 profesionales de la salud, incluyendo a Iris, fueron recibidos el 27 de abril por una amplia delegación de ministros.
Actualmente son 22 las brigadas médicas de casi mil 500 especialistas, enviadas por La Habana a 22 países de Europa, América Latina y el Caribe, África y Oriente Medio”.
Para el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, los médicos en misiones internacionalistas, son un acto de “modesta cooperación” en medio del embargo, que no supone conveniencias políticas o ventajas económicas, pero la venta de servicios médicos generó al gobierno ingresos en 2018 por seis mil 400 millones de dólares, más que el turismo. Cuba se queda con al menos el 75 por ciento de lo que pagan en salarios los países de destino por el trabajo de los profesionales.
Sudáfrica es el cuarto país africano donde ha sido enviado personal especializado cubano durante esta crisis sanitaria del COVID-19, con médicos, enfermeros y otros profesionales de la salud de diversas ramas.
“Patria es humanidad, es el lema que tenemos”, me escribe Iris desde Johannesburgo, por Gmail. Cuenta que no pueden tener una certeza real de cómo está el virus en la calle, porque acaban de llegar y todavía están en las nubes. “No vamos a hablar nada por aquí”, me recalca. “Creo que nos tienen a todos los de la brigada fichados. Control estricto. Solo vamos a hablar de la familia y de la perrita, que me muero por verla. ¡Como extraño a mi Pili!”
Pili es una pekinesa de ocho años, a la que solo le falta leer y escribir. Parece comprender la situación que vive su dueña, tan lejos, al otro lado del Atlántico. Pero el animal se resigna.