Luego de décadas de abandono, el régimen se ha volcado sobre la barriada capitalina de San Isidro, pero solo porque allí se encuentra la sede del Movimiento San Isidro (MSI), lugar que también es la casa del artista y activista Luis Manuel Otero Alcántara.
Como parte de sus maniobras para recuperar el apoyo de los residentes de San Isidro, la dictadura ha hecho desde actos de repudio hasta ferias para vender comida de manera priorizada, pasando por la promesa de reconstruir el deteriorado fondo habitacional.
Como parte de esto último hace unos días las autoridades del territorio y la Oficina del Historiador de La Habana realizaron una actividad política para resaltar el trabajo de algunos médicos y entregarles nuevas viviendas, cuando allí mismo hay personas que las necesitan más, familias a las que sus viviendas se les caen a pedazos cada día, y para las que la dictadura no tiene ninguna solución.
Y es que el régimen siempre ha actuado de esta manera. Desde el primer momento ha dado prioridad a los profesionales, pero principalmente a los integrados e incondicionales, dejando claro el mensaje de que solo así se pueden obtener tales beneficios.
Los beneficiados en este caso fueron el Dr. Isidoro Baly, la Dra. Yanaily Gonzales, el Dr. Noslen Martínez, la Dra. Yuliet Murgado y el Dr. Orelvis Alfonso, lo que en el contexto de desigualdad que viven los habitantes de San Isidro llama más la atención, y deja claro cuáles son las prioridades del régimen en una barriada marcada por la pobreza.
Todo esto ocurre mientras la administración de Miguel Díaz-Canel mantiene desde hace más de diez días un fuerte operativo represivo contra los miembros del MSI, principalmente contra Luis Manuel Otero Alcántara, pero también contra los vecinos alrededor de la sede del Movimiento.
El pasado viernes 16 de abril, la Seguridad del Estado allanó la casa de Alcántara, lo secuestró violentamente y le robó un conjunto de obras que estaban expuestas en las paredes, junto a una réplica de un garrote vil que el artista estaba utilizando como parte de un performance con que denunciaba la represión de la dictadura.
Hasta este momento la Seguridad del Estado no ha devuelto las obras a Otero Alcántara.
