Cosas insólitas sin lugar a dudas son las del socialismo cubano, y aunque no dudo que en otros países sucedan algunas parecidas y hasta peores, las de estas isla caribeña bajo el régimen de los Castro parecieran que nunca van a dejar de causar asombro.
Una de ellas es la figura del organizador de colas, quien ha vuelto a resurgir como parte de las medidas para hacer frente a la COVID-19, aunque supongo que de no haber pandemia también hubiera sido retomada, porque a causa de la crisis económica por la que atraviesa Cuba desde hace ya algunos meses, reflejada en la escasez de la mayoría de los insumos básicos, las grandes aglomeraciones de la población a las afueras de las tiendas y establecimientos comerciales, han terminado provocando daños a la propiedad estatal.
Este 21 de mayo el diario Tribuna de La Habana, medio de prensa del partido comunista en la capital, informó que solo el municipio Playa "cuenta hoy con un grupo integrado por 140 organizadores de colas; un número importante son cuadros del Gobierno, además de representantes de las organizaciones de masas y delegados de los consejos populares".
En conversación con el Tribuna de La Habana el intendente del Consejo de Administración Municipal, Raúl Macías Sánchez, explicó que se trata de una fuerza necesaria, sobre todo por ser Playa una localidad con más de 100 unidades comerciales.
"Esto nos caracteriza como uno de los territorios de la ciudad con mayor concentración de tiendas; de hecho, en varios de nuestros ocho consejos populares, hay ubicadas entre tres y cuatro", precisó.
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El trabajo de los organizadores de colas consiste fundamentalmente en entregar los tickets que ordenan por número a los clientes y reclamar la distancia entre una y otra persona; pero también si hay pollo o determinado producto de alta demanda, deben informar al público que la cantidad en existencia alcanza para un número determinado de compradores y de esa manera contribuir a evitar aglomeraciones.
Toda esta situación pudiera evitarse si el régimen funcionara, si hiciera las gestiones puntuales para evitar el desabastecimiento, si el pueblo no estuviera obligado a hacer largas colas para tener qué poner en la mesa, porque penosamente la vida de la mayoría de los cubanos en estos momentos, se reduce a la preocupación de saber, qué van a comer cada día.